La pequeña diosa del sexo
Fecha: 30/05/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: leo.leoncio, Fuente: SexoSinTabues
... labios vaginales como mullidos y mojados cojines que rozaban mi sensible y duro glande, cosa que me hacía resoplar de excitación. Juan tenía la cara roja, los ojos muy abiertos y fijos en las gordas nalgas de la niña. Pasados unos minutos, Hilda se salió de entre nosotros, bailando provocativamente, nos tomó de las manos y nos llevó hasta la cama. Empujó a Juan con violencia y lo hizo caer sobre la colcha. Casi de inmediato, saltó y quedó de pie encima de él, a piernas abiertas, dándome la espalda. Puso sus manos en su cintura y bajó meneando su colita. Lo repitió unas veces y después, agarró el sexo de Juan, lo apuntó a su (2) vaginita y se lo enterró de un viaje, montándolo y danzando a la vez. Por último, me echó una mirada pícara y una sonrisa maliciosa por el hombro. Aquello me dejó loco. Increíblemente, se folló a Juan de ésta manera durante un buen rato. Su culo iba de izquierda a derecha con violencia, subía hasta casi sacarse el miembro y bajaba dibujando unos círculos hasta pegarse abajo, después (y en sincronía con el ritmo de la canción) le daba unos pocos y fuertes sentones que sonaban como sonoras bofetadas. Juan no cabía en su felicidad. Era una pequeña diosa del sexo, jamás había visto algo así. La niña lo montó por unos minutos torturándolo, cuando de golpe se paró y lo dejó tirado, con otro saltito se bajó de la cama, se puso frente a mí, lanzándome una mirada intimidante y soberbia. Sabía que me tenía excitado, y que ella nos manejaba a su antojo. ...
... Lentamente se tiró en el piso y empezó a revolcarse al ritmo de la canción. Abría y cerraba sus piernas, arqueaba su espalda, se tocaba todo el cuerpo con sus manitos, ponía caras muy calientes, le daba unos fuertes palmetazos a su vaginita, se movía como una stripper profesional. Yo la miraba, babeando. La niña se incorporó, me tomó de los brazos y me tiró hacia abajo, tendiéndome en el piso. Se paró sobre mi cara a patitas abiertas y, bailando, bajó hasta refregarme su conchita sobre mi boca. Después me dio una larga y lenta lamida en los labios y se volvió a levantar, bajando hasta mi cintura. Agarró mi pene, bajó moviendo su colita en círculos y se enterró mi glande. Sentí su conchita como una estrecha, mojada y caliente tenaza, haciendo presión en la punta, dándome oleadas de un intenso placer, mientras ella bailaba tomando su cabeza y desordenando su cabello con sus manos, moviendo sus caderas de un lado para otro, con una mirada orgullosa, una sonrisa malvada, y cantando la canción a viva voz. Ahora entendía la expresión que tenía Juan, quién por cierto se había levantado de la cama y observaba todo, apretándose la verga. (8) Hilda se dio cuenta de ello, lo miró por el hombro y le lanzó una mirada penetrante y una sonrisa muy seductora. Se llevó la manito a la boca, se echó una buena carga de saliva en la punta de los dedos, se agachó abriendo sus nalgas y se ensalivó la rosa de su ano, ofreciéndoselo. Juan no lo dudó un segundo, se arrodilló tras de ella, apuntó y se lo metió ...