Despertando en un hangar del aeropuerto
Fecha: 12/06/2019,
Categorías:
Anal
Lesbianas
Sexo con Maduras
Autor: Anitaslut44, Fuente: xHamster
... era merecedora de recibir esas cuatro duras vergas en mi culo…La mujer actuaba como una loca, metiéndome ahora dos y hasta tres dedos en mi ano. Yo intentaba resistirme pero ella me aplastaba con el peso de su cuerpo. Podía oír a los hombres riendo y haciendo comentarios soeces…Cuando se aburrieron de la escena, simplemente me quitaron a la mujer de encima y la arrastraron fuera de mi vista.Intenté levantarme del suelo, pero entonces el taxista me tomó por los cabellos y me arrojó sobre una especie de camastrodesvencijado. Me preocupó ver que ahora estaba yo sola y que aquellos hombres fueran a cumplir la promesa de romperme el culo…Caí boca abajo sobre el camastro y les supliqué que me cogieran por la concha, porque por el culo me iban a provocar dolor y daño.Rieron a carcajadas y el taxista se acomodó entre mis muslos abiertos, mientras uno de sus amigos ataba mis muñecas al respaldar de esa cama. Yo comencé a debatirme, intentando zafarme pero me era imposible. El taxista, viendo que mi entrada anal se negaba a recibirlo, apoyó su pesado brazo sobre mi espalda y ya no me debatí más. Segundos después, su poderosa verga endurecida abría mi esfínter sin nada de lubricación y penetraba hasta el fondo de mi ano.Aullé desesperada, mientras el tipo comenzaba ...
... a bombearme con frenesí y sus amigos reían a carcajadas viendo el espectáculo. Apenas me llenó el ano de semen, el taxista le cedió su lugar a otro. Así estuvieron durante mucho tiempo, turnándose entre los cuatro para sodomizarme sin darme siquiera un respiro.Cuando se cansaron, o tal vez ya no podían acabar más, me desataron.Quise incorporarme, pero entonces noté un pañuelo sobre mi nariz y un olor que creí reconocer como cloroformo. Así había sido como habían podido dominarme desde el principio…Cuando desperté, estaba recostada en un sillón del hall en el aeropuerto, vestida pero sin mi tanga, que recordaba haber visto desgarrada en jirones. Una voz en los altoparlantes decía mi nombre una y otra vez; así que, un poco tambaleante, me levanté y me dirigí a la oficina de informes.Allí estaba Víctor con su bolso, su semblante mostraba preocupación, pero sonrió ampliamente al verme llegar.Le pedí disculpas por la demora, aduciendo que no me sentía bien. Todavía podía sentir el efecto del cloroformo en mi nariz, pero Víctor no llegó a notarlo.A la salida del aeropuerto tomamos un taxi para regresar a nuestra casa. Lo más increíble de todo, es que a través del espejo retrovisor, pude ver unos ojos bastante conocidos, que me miraban con expresión lujuriosa…