Relatos Breves (Especial Navideño)
Fecha: 20/06/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Eventualmente_Sexual, Fuente: SexoSinTabues
... pantaloncillo. Segurísimo estaba que iba a verme ahí dentro, no sé a qué vino acercarse a la cesta y fue cuando me vio. Mi cara debía estar rojísima, y sentía el sudor correr por mis sienes. Me ha preguntado qué hago, le respondo que jugaba al escondite. Me puse de pie, e iba a salir, cuando Wilson me detiene. — No salgas —me dijo — ahorita estaba Luisito buscado en la sala. Termino por decirme. Me sentí tranquilizado que no se ha molestado por estar en una habitación ajena, pero comienzo a temblar de nuevo. No esperaba eso, Wilson dejo caer la toalla al suelo, quedo denudo ante mí. No tenía una erección, pero podía verle esa tripa blanca guindando entre sus piernas. Una mata de pelos en la ingle, primera vez que veía a un hombre desnudo. Y desde esa vez quede fascinado por la masculinidad. Se sentó en la cama, mientras en su mano tenía la trusa que se iba a poner. Ni tan inocente era yo, me daba cuenta de su intención, simulaba hacerlo, como quien no se altera por estar desnudo frente a un muchacho, a sabiendas que yo le veía y también debía notar mi incomodidad. Dio vueltas al asunto y nada que se colocaba la trusa, secaba todo su cuerpo con mucha pausa y en cada rincón de su piel. La tripa, se le puso un poco más gorda, y de paso ha ...
... asomado un poco el glande rosado. Ya a mi comenzaba a salirme raíces ahí parado. Tal fue la osadía de Wilson, se echó sobre la cama, aun con los pies en el suelo, quedo acostado en la cama, se pasaba la toalla en las bolas y todo el güevo. Fue ahí cuando se le puso dura; no era una exageración de verga, lo que más quedo grabado en mis recuerdos, fue como las venas se le marcaban en todo el tronco. El glande se puso rojísimo, y palpitaba con vida propia. Si bien, Wilson no veía a mis ojos, parecía que estuviera solo en esa habitación. Comienza a pajearse, lento pero con mucha intensidad. Su cara se puso roja, todo su cuerpo estaba tenso. La mandíbula apretada, y se pone de pie. Se corre intenso, primera vez que veo una verga eyacular que no sea la mía. Aunque la mía no acaba tampoco de esa manera, aquello fueron unos disparos con fuerzas, y lo que cayó al suelo fue blanco y espeso. Las pulsaciones de mi cuerpo estaban muy alteradas. Estaba caliente con una fiebre probablemente de 40 grados. El enrojecimiento de Wilson se estaba disipando, tanto también como la tensión de todos sus músculos. Se apretaba la verga, expulsando el resto de su semen, luego, lentamente sube la mirada, mira a mis ojos y sonriendo me pregunta. — Y tú… ¿ya te haces la paja?