Despertar
Fecha: 24/06/2019,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... Adolfito se arrimó a mi con su pijita afuera que ya estaba medio paradita y me dijo: -Dale, dale, tomá-. Yo, que no quería ser menos ni quedar al margen, no dudé un instante, lo tomé con mi mano inexperta y comencé una fricción cuidadosa, pendiente de no hacerle doler, corriéndole su cuerito para arriba y para abajo, descubriéndole la cabecita que se asomaba y escondía, mientras lo miraba atentamente, ya a la cara, ya al mismo pito, para asegurarme de no ser rechazada, de ser aceptada y aprobada. Le tomaba el tronco o le tomaba la cabecita que acariciaba con ternura. Con la otra mano, tenía cuidadosamente sus huevitos, que masajeaba suavemente. Me sorprendió cuando comenzó a escupir su leche blanca, casi junto con los otros, sacudiéndose como en convulsiones. Por un momento tuve miedo de haberle hecho daño, pero en seguida advertí que no era así. Todos estábamos asombrados. Adolfito ya más relajado y con el pito medio blando, me abrazó y me dijo al oido: -Besámelo-. Yo lo hice, me agaché y lo besé; tenía restos que tenían un sabor salado. Se convirtió en una cosa habitual la prueba de la masturbación. Todos los días pajeábamos a los chicos y tras un par de días, jugábamos a ver quién de las chicas le hacía saltar más lejos el juguito blanco a los varones, en una suerte de juego erótico. Los varones elegían cada vez una distinta, y las chicas fuimos pasando de uno a otro, a ver quién conseguía que escupiera más lejos su leche; no había parejas fijas. Yo fui la mejor ...
... haciéndoselo a Pedro, que arrojó cantidades y lejos. Él se paraba derechito, con las piernas separadas y yo, ya sabía lo que me tocaba. Ahí nomás me arrimaba a él, por su espalda, y medio desde atrás, me colocaba de tal forma que pasando la mano izquierda desde atrás, entre sus piernas, le tomaba los huevos envolviéndolos cuidadosamente, en tanto que con la derecha pasaba por el frente, le agarraba el pito y se lo sobaba hasta que terminaba. Me pegaba a su costado para sentir su piel y su calidez; me encantaba sentir mi cuerpo pegado a él. Pedro quedó encantado de ganar esa primera vez, tanto que me empezó a reclamar para que lo pajee y comenzó a aficionarse a mi, y a pedirme todos los días que se la menee y también que se la bese. Me sentía orgullosa que Pedro me pidiera y puse esmero y voluntad en masturbarlo con eficiencia y lo besé con avidez cada vez mayor tratando de que me aprobara: lo besaba desde la punta hasta sus pelitos incipientes con besitos seguidos; a él parecía gustarle porque me pedía siempre y se quedaba quietito. Cada uno tenía sus gustos; a mi me encantaba que Pedro me usara a su antojo, pero me fijaba bien que los otros chicos también me pidieran. No quería ser abandonada, ni despreciada por ninguno de ellos. Las chicas fueron desarrollando aficiones; Felicitas, por ejemplo, se convirtió en una lamedora. Le encantaba lamer los pitos y las bolitas y atrás de las bolitas, y por todas partes de los chicos. A mi no se me ocurría eso. Fue Delfina la que trajo luego ...