UNA HISTORIA DE AMOR FILIAL. (2)
Fecha: 26/06/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: barquidas, Fuente: RelatosEróticos
... ella nada chabacano o de mal gusto había. A Elena en absoluto le pasó por alto la impresión que en Daniel había causado y eso le alagaba tremendamente. Porque a su hijo sólo le faltaba babear al mirarla. Coqueta se dio dos vueltas ante él que no cabía duda que estaba embobado mirándola Se llegó hasta donde Daniel estaba y le besó. Pero a Daniel se le encendió la sangre todavía más de lo que ya estaba, pues ese beso había ido a parar donde antes ya le besara y dejara con los ojitos bizcos: La misma comisura de su boca, de sus labios. Pero Elena no le dio tiempo a pensar nada, ni siquiera a salir de su asombro, del paraíso al que aquél beso le llevara lo mismito que el anterior, pues colgándose de su brazo dijo Sin más, Elena echó a andar arrastrando al embelesado Daniel, que no era capaz de dar pie con bola. La cena transcurrió con normalidad si entendemos por normalidad que Daniel estaba cada más quemado a cada minuto que pasaba y Elena también más insinuante, no ya a cada minuto que pasara sino, más o menos, a cada segundo. Y más alegre y guasona según veía que Daniel estaba al borde de un infarto o una apoplejía. ¡Condenadas madres metidas a seductoras de hijos candorosos! Tras la cena Elena llevó a su hijo a una más bien pequeña “boîte” bastante alejada de lo que podría denominarse la “Noche Madrileña”, un lugar ideal para pasar desapercibido y no encontrarse con conocidos ni por equivocación. Daniel prefirió ni pensar en el clásico: “Y de qué conocerá mi madre este ...
... sitio?” por aquello de “Tengamos la fiesta en paz”. El local era incluso recoleto; poca iluminación para una clientela en absoluto numerosa y que, en general, parecían librar a brazo partido las batallas inspiradas por el dios Eros y la diosa Venus, por lo que, seguro, la luz sería lo que menos echaran en falta. Un pequeño grupo musical desgranaba las notas y canciones para los clientes del local. La verdad es que a Daniel el sitio y la clientela le gustó Se sentaron a una mesa ni próxima ni lejana a la pista y pidieron una botella no de cava sino de Champagne “Dom Perignon”, de Moet Chandon. Tomaron unos sorbos de sus copas cuando la botella estuvo ante ellos sobre la mesa, y enseguida Elena arrastró a su hijo a la pista. Lo que entonces sonaba eran los sensuales ritmos de la “salsa” cubana y, tan pronto se incorporaron al grupo de danzantes, Elena se soltó de su hijo y empezó a bailar ante él con un contoneo de cuerpo, un cimbrear de caderas y salva sea parte de tente y no te menees, tía “Grabiela”. Pero para el “inocente” vástago de semejante madre, el ver esos contoneos, esos cimbreos, que quitaban el hipo, no era lo peor. Lo peor era que su diabólica madre le rozaba la parte más sensible del cuerpo masculino que era vida mía, digo suya, del más que acalorado Daniel que ya no sabía qué hacer, dónde meterse… Nada, nada sabía ya el pobre mancebo que pasaba las de Caín diciéndose Que con las hormonas, feromonas y toda esa mandanga a mil por hora, el inocente Danielito andaba tras ...