las siete vidas del gato - El mecánico de mi moto
Fecha: 29/06/2019,
Categorías:
Gays
Autor: relatosdesexgay, Fuente: SexoSinTabues
Esta es la sexta entrega de la saga, espero lo disfruten Durante el año anterior me había desplazado diariamente en el autobús, pero, para este nuevo curso ya había logrado convencer a mis padres de ir en la moto al colegio, con eso los viajes se me hacían más cómodos y llevaderos. Era martes y ese día salí de casa con destino a la escuela. Faltaban poco más de 5 kms para llegar cuando el motor comenzó a echar humo, así que asustado decidí parar. Quiso la suerte que en la salida que cogí hubiese un taller, así que aparqué y me encaminé al interior, donde un hombre maduro de unos 40 y tantos, grueso, de piel bronceada, más bien bajito, con el pelo negro, que marcaba ya una calva en su coronilla, que se llamaba Alejandro y era el dueño del taller se apresuró a dejar la moto que tenía entre manos e intentar resolver mi problema. Pero tras echar un vistazo me dijo no sé qué de los manguitos y que la reparación no podía ser inmediata, o sea, que tenía que esperar un par de días. Sin embargo, se ofreció a llevarme a la escuela o de vuelta a mi casa si esperaba al mediodía que acabara su faena. No llevaba dinero ni siquiera para un bus, así que durante las 2 horas que restaban me dedique a mirar como trabajaban Alejo y los dos chicos jóvenes que le ayudaban. Durante todo ese tiempo no hice más que mirar al maduro mecánico, que sudaba copiosamente mientras trabajaba. Con todo el disimulo que podía miraba como su sucia camisa, empapada en sudor, marcaba la forma de sus pechos, pezones ...
... y vientre. Los jeans que llevaba eran más bien justos, marcando un trasero bien redondo y enorme, prominente, y un bulto también redondo entre las piernas que me pareció muy bien formado. Pero lo que más me excitaba era verlo cuando tenía que agacharse: la camisa se le salía, las carnes se le marcaban y los pantalones se le estiraban tanto que dejaba ver la parte superior del culo, donde una mata de pelo negro se escapaba furtivamente. Total, que, aunque el tiempo pasaba rápido, mientras hablaba de cosas comunes con Alejo y sus ayudantes, llego un momento en que no pude más, tenía una erección enorme y le pregunte por los servicios. Allí me encamine al urinario de pared que había justo al lado del lavabo, me saque la verga y comencé a hacerme una paja. No llevaba más de un minuto cuando me corrí. Pero apenas estaba haciéndolo oí el ruido de la puerta. Me pegué todo lo que pude al meadero, manchándome las manos con el semen que salía, y miré para ver a Alejo, que me saludó. Había entrado a lavarse las manos y mientras lo hacía me dijo que ya le quedaba poco de trabajo para llevarme. Yo debí ponerme como un tomate de vergüenza y rezaba para que no se diera cuenta de lo que me pasaba, así que me subí la cremallera e hice como si hubiera acabado intentando esconder ni mano derecha. el, después de lavarse las manos, se dirigió al urinario que yo acababa de dejar. Mientras yo me lavaba las manos todo lo rápido que podía no pude evitar lanzar una miradita descuidada al oír el ruido ...