La reeducación de Areana (15)
Fecha: 01/07/2019,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... la joven se puso a gritar: -¡¡¡Aaaaaaayyyyyyyyyyyyyyyyy, noooooooooooooooo!!!... ¡¡¡Síiiiiiiiiiiiii, sí señora, síiiiiiiiiiiiiiiiiaaaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!... ¡¡¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii, señora!!! ¡¡¡ Soy suyaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!! ¡¡¡Hágame dolerrrrrrrrrrrrrrrrrrr!!! Amalia estaba ardiendo y seguía con la tortura de pezones al par que hacía avanzar y retroceder el dildo con violencia, ganada por un deseo de supliciar sádicamente a esa perra que le demostraba todo su nivel de emputecimiento. Milena no dejaba de gritar roncamente. Había comenzado a estimularse el clítoris y era toda ella un fuego abrasador. Temblaba y balbuceaba frases ininteligibles mientras movía sus caderas acompañando las embestidas del dildo que la martirizaba voluptuosamente. Por fin, producto de la gran experiencia de Amalia, ambas llegaron simultáneamente al orgasmo y se derrumbaron entre espasmos, gemidos, jadeos y palabras obscenas. Muy poco después dormían profundamente. …………. Milena lucía radiante cuando esa noche recibía de Amalia las últimas instrucciones antes de partir hacia el departamento de Eva. -Confío en vos, Milena. Tenémelas bien cortitas a esas dos putas. Les ordené que estuvieran esperándote a las nueve de la noche y acordate de que vos te instalás en el cuarto de la cachorra. Las dos perras duermen juntas en la habitación de Eva y ahí reciben a las visitas. -Entendido, señora, no se preocupe. -¿Llevás el rebenque por si hace falta? -Claro. –dijo Milena con un brillo ...
... especial en sus ojos. -Yo voy a ir cada dos o tres días. -Mandé al mail de Eva la agenda digital con las visitas día por día, así que en cuanto llegues revisala y te ponés al tanto. -Esta bien, señora. –dijo Milena y recibió de la dómina un apasionado beso en los labios a manera de despedida. Media hora después, la joven entraba con su maleta y un bolso pendiendo de su hombro izquierdo al departamento de las perras, que dormían abrazadas estrechamente en la cama de Eva. Al verlas, sonrió perversamente y se detuvo en la puerta del dormitorio. Depositó silenciosamente en el piso el bolso y la maleta y de ésta extrajo el rebenque, que empuñó con firmeza mientras se acercaba sigilosamente a la cama. El azote las despertó sobresaltadas, con el miedo agrandando sus ojos. -¡Arriba, perras desobedientes! ¡¿Qué les ordenó la señora Amalia?! ¡Que me esperaran a las nueve de la noche! –gritaba Milena mientras seguía pegándoles y las pobres, aterrorizadas, trataban en vano de esquivar los rebencazos mientras balbuceaban frases ininteligibles. Por fin a la joven se le cansó el brazo y el castigo cesó. Amas sumisas sollozaban echadas boca abajo en la cama y en sus cuerpos se veían las marcas rosadas que el rebenque había dejado. -¡Al piso, perras de mierda! –ordenó Milena. -¡Al piso en cuatro patas! –y así las tuvo de inmediato. -¿Dónde tienen la computadora? –preguntó, ansiosa por ver esa agenda que le había mencionado Amalia. -En mi cuarto, señorita… -murmuró Areana. Ya ante la computadora y ...