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PRIMERAS LECCIONES DE SEXO EN LA VIDA
Fecha: 07/07/2019, Categorías: Jóvenes Autor: zenete, Fuente: RelatosEróticos
... urbana por la faena que suponía tanto acicalamiento. Ella misma se ofreció a instruirme en tan nobles actitudes mientras yo creía palidecer y morirme de la vergüenza. Acepté claro, pero a cambio de una suculenta regeneración de mi ropa interior y algo de fondo de armario, el cual languidecía entre alguna camiseta de color distraído y cierto tejano herrumbroso cuya jubilación llamaba a su puerta. “¿Había que cambiar? Pues hagámoslo bien”, pensé para mis adentros. Tras unas semanas de adoctrinamiento materno, y paciencia por mi parte, le empecé a coger el gustillo a eso de ponerse guapa. Mi madre. Así mismo, cumplió la promesa y rellenó mis cajones con lencería bonita, algún encaje y braguitas de modelos desconocidos para mí hasta entonces. Avanzaba el año, el curso y el buen tiempo y todo el mundo loaba mi cambio radical. Hasta mi tío, un señor casado con la hermana de mi madre, me volvía a mirar después de años diciéndome lo guapa que estaba sin quitar la vista de mi generoso busto. Lo cierto es que en ese paso hacia mis dieciocho años sí que empecé a notar ciertas muestras de admiración por parte de chicos mayores que yo mientras paseaba por mi ciudad. Mi experiencia sexual a esas alturas se reducía a unos morreos y cierto arrime de cebolleta con un chico bastante majo durante una fiesta escolar una año y pico antes. Recuerdo su obsesión por meterme la lengua en la boca y como una de sus manos no paraba de bajar hacia alguno de los lugares prohibidos en ese tipo de ...
... situaciones y edades. Noté, además, cierta dureza en sus pantalones cuando se acercaba demasiado a mí. Algo duro e incisivo se apretaba contra mis muslos, pero bastaba con separarse un poco para alejar esa molestia. Por otro lado, evidentemente que una ya sabía cómo eran esas cosas que crecían en la entrepierna masculina y que si las agitabas rápido y con la mano te escupían. Era todo muy idílico y formal. Una mañana me desperté con algo de calor. Miré el reloj y comprobé que aún quedaba una hora para irse a la ducha y partir hacia el colegio. Fui al baño y a la vuelta me acomodé para seguir durmiendo ese ratito más. Seguía el sofoco. El calor venía de abajo. Recordé haberme depilado la tarde anterior y la parte superior de mis muslos estaba algo irritada. Cogí el bote de crema y, como disponía de tiempo, me apliqué un poco en las manos y me la extendí con cuidado. Con mis piernas abiertas estaba en la cama mientras mis manos en círculos masajeaban la zona irritada. El calor seguía y los dedos buscaron las ingles suavizados por la crema. Al pasar una de mis manos por encima de las braguitas noté que el origen del calor era mi coñito. Mi vagina ardía y mis dedos empezaron a abrirse paso entre mis bragas para introducirse uno y luego dos en su interior. Estaba chorreando. Recuerdo recoger mis braguitas empapadas del suelo. No es que no me hubiese masturbado con anterioridad, pero aquella mañana se me fue la vida por la garganta en tres ocasiones. Jamás había notado tanto calor en mi ...