Relato 1 - La Azafata - Relatos Eróticos

Relato 1 - La Azafata

Llegué diez minutos antes de la hora al hotel donde se alojaba Belén. Encendí un cigarrillo. Habíamos quedado para ir a cenar en su primera noche de estancia en mi pueblo. Me había costado varios meses convencerla para que viniera a verme, pero al final, aprovechando un puente de fin de semana cogió el tren y apareció en mi pueblo. Nos habíamos conocido año y medio atrás, durante una feria de turismo en la que ella participaba como azafata. El penúltimo día de feria había quedado con mis conocidos del stand de su comunidad, a los que iba a ver todos los años, para salir por la noche y enseñarles algo de la noche en Bilbao. En principio me había fijado en otra de las azafatas, pero cuando contemplé a Belén cambié de opción. No recuerdo muy bien como iba vestida, pero creo que llevaba un traje de chaqueta, discreta pero elegante al mismo tiempo. Se la veía muy mujer, con el traje y el pelo muy estirado hacia atrás y recogido. Al principio me impactó su sonrisa, muy sensual, pero lo que realmente me hechizó fue ver cómo guiñaba el ojo. Decidí que tenía que intentar seducirla, pero lo veía muy difícil. Al final de la noche la gente se fue marchando a sus respectivos hoteles y al final Belén se quedó conmigo. Fuimos a un parque y nos sentamos en un banco al lado de un estanque donde los patos comenzaban a despertar. Estuvimos hablando de ambos, nuestros trabajos, nuestras experiencias. Al final, no sé cómo pasó, acabamos besándonos. Estuvimos abrazándonos y besándonos durante ...

... largo rato, sin hacer nada más, lo cual me sorprendió a mí mismo: con otra mujer ya le habría intentado meter mano o que ella me la metiese a mí. Ya había amanecido y Belén tenía que pensar en trabajar. Me ofrecí a acompañarla al hotel, en parte porque pensé que podría ocurrir algo, pero sobre todo porque estaba muy a gusto con ella y me apetecía estar todo el tiempo posible. Caminamos buscando un taxi y nos llevó al hostal.Una vez en su habitación, nos pusimos a hablar sentados sobre la cama. Le pregunté si le apetecía que le diese un masaje y ella accedió; se dio la vuelta boca abajo y me situé sobre su cintura. Comencé con el masaje, despacio, recorriendo la parte superior de los hombros y el cuello, pero al poco rato me detuve y le dije que con la camisa era difícil. Accedió a que se la quitase. Una vez libre del obstáculo que suponía la camisa, proseguí con el masaje bajando por la espalda. Al poco me incliné y la besé en el cuello extendiéndome hacia los hombros, pero volví a encontrarme con otro obstáculo: el sujetador. Esta vez no pregunté, se lo quité suave pero rápidamente. Seguidamente fui masajeando con la lengua la zona de la columna de arriba abajo mientras mis manos subían desde sus caderas hasta el pecho. Entonces le hice darse la vuelta. Me situé a su lado mientras le besaba la parte superior del pecho para poco a poco ir bajando hacia los pezones. Me detuve y le pregunté si estaba cómoda, aunque veía claramente que estaba un poco nerviosa, tal y como ella en ...