La reeducación de Areana (18)
Fecha: 26/07/2019,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... Llegaron ante una puerta de hierro que daba entrada a la sala de castigos. Amalia encendió la luz, proveniente de un racimo de lámparas dicroicas fijadas al cielorraso y Lucía sintió que su corazón parecía querer paralizarse para después latir aceleradamente. Había visto ambientes similares en ciertas páginas web, pero esto era real e incluso despedía un cierto olor a humedad que la excitó. Con la boca abierta abarcó en una mirada larga y caliente todo lo que allí había: una cruz de San Andrés, un caballete con grilletes en los extremos inferiores de las patas y un acolchado forrado en cuero marrón oscuro en la parte de arriba; un cepo; una mesa larga en cuyos extremos se veían dos roldanas de metal con una manija y sendas cadenas enrolladas en esas roldanas y con grilletes de metal en sus extremos visibles. En el muro de la izquierda, varios estantes de hierro con látigos, fustas, varas, velones, agujas, esposas, cuerdas y antifaces ciegos. Los muros eran de piedra gris, igual que en el pasillo, y el piso también de tierra apisonada. Del techo pendía una cadena con dos muñequeras en su extremo y en el piso había dos aros de metal cada uno de ellos con una cuerda de un metro de largo cada una. -Le llamamos el aula porque aquí es donde enseñamos a obedecer. –explicó Amalia mientras Lucía miraba todo aquello fascinada y en su imaginación veía a Areana sujeta en cada uno de esos aparatos y castigada sin piedad. -Sin embargo –prosiguió la dueña de casa. –ninguna hembra es ...
... convertida en esclava meramente por el castigo. Es importante que aprendas esto, Lucía. Para hacer de una mujer una esclava es imprescindible que en su esencia sea una sumisa aunque no lo sepa, que fue el caso de Areana y de su madre. Lo que hacemos yo y mis asistentes es revelarles esa esencia, hacerles conocer el placer de la humillación y el castigo, el placer de la servidumbre. Cuanto más humilles a una esclava, más la tendrás a tus pies. Lucía seguía atenta y deslumbrada esa clase magistral de dominación que le estaba dando Amalia, por quien sentía una admiración cada vez mayor y no exenta de atracción sexual. Amalia no había soltado su mano y de pronto le dijo: -Te falta conocer una habitación. Vení. Y Lucía se dejó conducir a la pieza de la cucha. -Aquí comenzó el disciplinamiento de tu odiada Areana y de su mamita. –dijo Amalia en tanto Lucía miraba entre asombrada y caliente la cucha, los cuencos de comida y bebida, el hueso de plástico. Sintió que había comenzado a mojarse y se sorprendió apretando con sus dedos la mano de Amalia. Sin decir nada más la dueña de casa la guió hasta su dormitorio, donde le dijo después de hacer que se sentara en el borde de la cama: -Bueno, pichona, ¿estás dispuesta a pagar el precio de mi permiso para que te encargues de Areana en la escuela? Lucía supo de inmediato cuál era ese precio y respondió sin vacilar: -Sí, señora… Sí… -Bueno, desvestite en el orden que yo te vaya dando. -y Lucía se dispuso a obedecer presa de emociones cada vez más ...