La reeducación de Areana (18)
Fecha: 26/07/2019,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... fuertes. -Las zapatillas. –indicó la dueña de casa y después siguieron el shorcito, la remera, el corpiño y la bombacha, que era apenas un hilo dental. -Date vuelta. Quiero verte el culo. Adoro el culo de las mujeres. –dijo Amalia y cuando tuvo a Lucía de espaldas dictaminó: -Mmmmmhhhhh, tenés un culo cinco estrellas, pichona… -Gracias, señora… -murmuró Lucía. -Ponete en cuatro patas. –ordenó Amalia y Lucía obedeció sintiendo que ante aquella mujer extraordinaria se sentía totalmente sumisa. Amalia se acercó a ella, palpó sus nalgas y sonrió cuando la chica comenzó a gemir. La dejó caliente, a la espera de ser poseída y fue hasta el placard, tomó el consolar con arnés, un pote de vaselina y regresó junto a su presa, que respiraba fuerte y por la boca. La chica le gustaba, claro, pero había algo más en ese deseo de cogerla y era la necesidad que siempre había sentido de ejercer el control sobre toda persona con la cual se relacionaba, siempre que fuera mujer, claro, a los hombres les daba la misma importancia que al envoltorio de una golosina abandonado en un tacho de residuos. Comenzó a desvestirse despacio y cuando estuvo desnuda se colocó el arnés, embadurnó el consolador con vaselina y le ordenó a Lucía que se acercara al borde de la cama se inclinara y apoyara las manos en ella. -No me gusta estar de rodillas. –dijo. –Jamás lo he estado. Lucía había obedecido y estaba en la posición indicada, con el culo a la altura del vientre de Amalia, poderosamente armada con el ...
... consolador. -Muy bien, putita, muy bien, así te voy a coger, de pie, como me gusta. Te voy a coger por esa colita tan linda que tenés. ¿Ya te la dieron por ahí o me voy a comer una colita virgen? -No, señora, por la cola nunca. –contestó la chica con voz temblorosa y presa de la ansiedad y el temor al mismo tiempo mientras recordaba el dedo de Areana explorando su ano. -¿Cogiste con chicos? –preguntó Amalia mientras sobaba con ambas manos las deliciosas nalgas de Lucía. -¡No!... No me gustan los hombres… -Ah, muy bien, pichona, muy bien… Pero con chicas sí, supongo. -Sí… -Y decime, ¿a Areanita te la cogiste por el culo? –quiso saber Amalia sin dejar de acariciar la cola de la adolescente, que se sentía cada vez más excitada. -Sí… ¡Y no sabe cómo la hice chillar a esa trola de mierda! -Pero es raro que haya chillado tanto, porque ha tragado mucho por el culo y nunca armó escándalo. –se asombró Amalia. -Es que no fui lo que dice suave, señora. –se la metí de un solo envión y después le di fuerte. ¿Entiende? –explicó la chica con una expresión de crueldad que Amalia, por la posición de ambas, no pudo captar, pero sí advirtió, complacida, el tono de la voz con que había sido pronunciada la frase. -Mmmhhhhhh, cuánto odio le tenés y eso me gusta, putita, porque me asegura que en la escuela la vas a tener a rienda corta y sufriendo mucho. -Se va a querer matar. –prometió Lucía. Amalia había querido medir a la chica, catarla y comprobar si daba la talla para hacerse cargo de Areana en la ...