La reeducación de Areana (18)
Fecha: 26/07/2019,
Categorías:
Dominación
Lesbianas
Autor: señoreduardo, Fuente: CuentoRelatos
... escuela y Lucía había aprobado el examen. Ahora sólo restaba cogerla. -Apoyá la cabecita en la cama, nena, y abrite las nalgas. –le ordenó a su presa. Las manos de Lucía cumplieron con el cometido ordenado y dejaron a la vista el diminuto y rosado orificio. Amalia guió entonces al ariete hacia el preciado objetivo y apoyó allí el extremo redondeado, imitación perfecta del glande. Lucía se estremeció ante el contacto y dio un leve respingo. Amalia le pegó un chirlo no muy fuerte, como advertencia, y la chica volvió a su posición, entre ansiosa y atemorizada por lo que se venía: su desvirgamiento anal. Volvió a recordar el dedo de Areana, puro placer, pero ahora lo que iba a recibir era mucho más grande. Amalia no se apresuró, quería, como de costumbre, que todo lo que le hacía a una hembra en materia de sexo fuera placentero, para tenerla después bajo su influencia y su autoridad definitivamente. Por eso comenzó a presionar despacio pero con firmeza, disfrutando de los gemidos de la adolescente que se acentuaron cuando por fin entró la punta y, luego de una nueva presión, la totalidad del glande. -Duele… duele… -murmuró Lucía entre jadeos. Amalia detuvo la penetración y la consoló mientras le acariciaba las nalgas: -Ya va a pasar, bebé, duele sólo al principio. Ya va a pasar. -Por favor… -dijo la chica aunque sin saber muy bien qué favor pedía o si eran solamente dos palabras nacidas de su confusión ante esa nueva experiencia que estaba viviendo en manos de tan sabia ...
... iniciadora. Amalia mantuvo inmóvil el pene artificial con el glande metido, se inclinó sobre Lucía y le apresó las tetas con ambas manos, para después comenzar a sobárselas. Muy poco tardaron los pezones en ponerse duros entre los hábiles dedos del Ama, cuyos labios dibujaron una sonrisa complacida. “Vamos bien, perrita, vamos muy bien.” pensó y sin dejar de acariciar esas deliciosas tetitas que cabían en las palmas de sus manos adelantó sus caderas e introdujo un poco más el ariete. Lucía gimió, dolorida. Amalia se enderezó para mirar hacia abajo y calculó que había metido en el culo de la chica unos cinco centímetros del consolador. Volvió a inclinarse, apartó hacia un costado la larga cabellera oscura y comenzó a recorrer con su boca, sus labios y su lengua ese cuello fino, largo, grácil, en tanto sus manos volvían a sobar las tetitas y sus dedos a juguetear con los pezones erguidos y duros. -¿Duele, mi bebé?... preguntó entre besos y lamidas que comenzaban poco más abajo del nacimiento de la columna vertebral y se extendían lentamente hasta la nuca, de ida y de vuelta una y otra vez. -Un poco… -contestó Lucía sintiendo que estaba dispuesta a pagar el precio del dolor para dejarse llevar por esa mujer hacia el final de su primera experiencia anal de verdad, porque presumía que después del dolor vendría el goce. Amalia metió un poco más el consolador y su mano derecha inició un lento descenso hacia el vientre de Lucía y una vez allí, luego de una pausa que acentuó la ansiedad de la ...