La conchita del pueblo
Fecha: 28/07/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
Mi nombre es Maira y tengo 26, aunque mi cuerpo refleje que me acerco más a los 40. Tengo ojos color café y soy morenita, algo pechugona pero muy culoncita. Supongo que los achaques de mi figura se los debo a mis tías Silvana y Luciana, desde que decidieron hacer de mi pureza una esclava sexual a cambio de unos pesos más. Todo empezó cuando mi viejo cobró una considerable suma de dinero al retirarse de la empresa de transporte por problemas de salud, y como mi vieja murió cuando yo tenía 7, él creyó que estaría mejor al cuidado de mis tías. Entonces, después de festejar mis 18 con mis compañeros y primos, empaqué toda mi ropa para que por la noche mi papá me lleve a esa casa antigua, de frente amplio y descolorida donde vivían las dos. Esa fue la última vez que lo vi, y todavía siento su último beso en la frente como una traición. Me acostumbré rápido a servir a las tías, a sus humores, al humo del cigarrillo de Silvana y a los delirios de Luciana cada vez que bebía alcohol. La casa tenía varias habitaciones, y a mí me asignaron la que estaba cerca del patio. Yo la decoré, la llené de ositos, cuadros, brillitos y espejos. El verano transcurrió con normalidad. Pero al comenzar las clases, siempre por las noches me desvelaba por los ruidos en la sala. Las tías recibían visitas nocturnas, y al parecer solo de amigos varones, ya que nunca divisé otra voz de mujer que las de ellas. Yo no era quién para cuestionarlas, pero necesitaba saber qué hacían. Era imposible dormir con los ...
... gritos, movimientos de cosas, portazos y, siempre el estruendo de alguna botella o algo de vidrio en el piso. Hasta que una noche de invierno tomé coraje y, a eso de las 3 de la madrugada caminé descalza, en calzones y nerviosa hacia la pesada cortina que dividía el comedor de la sala para echar una miradita. ¡Quedé inmóvil cuando vi a Silvana en cuatro patas sobre el desván con dos tipos atrás de ella, introduciendo sus penes al mismo tiempo en su cola perfecta, y a Luciana arrodillada en el suelo con el pene de otro tipo más viejo en la boca! No podía dirimir bien por qué, pero los aullidos de Silvana hacían que se me mojara la bombachita, y más cuando clamaba: ¡así, las dos pijas en el orto quiero, cójanme toda! Vi claramente cómo el viejo derramó un ramillete de semen en la cara de Luciana que enseguida le cobró, y le abrió la puerta mientras el tipo se subía el pantalón. ¡Casi me muero porque, me encontró detrás de la cortina cuando iba a buscar fuego a la cocina! Me agarró de la mano con gesto siniestro y me llevó al baño diciendo: ¡Vení para acá mocosita, no tendrías que estar durmiendo vos che?! Me lavó la cara con agua fría, me sentó en el bidet y me habló. ¡Mirá Mai, vos ya tenés 18 años, unas buenas tetas, sos preciosa de cara y a los tipos los podés calentar mucho… me conprendés?, sacate la bombacha y abrí las piernas ya! Acá no te vamos a malcriar como la boluda de mi cuñada! Lo hice confundida mientras ella acariciaba todo mi cuerpo y mis ojos se perdían en su ...