La conchita del pueblo
Fecha: 28/07/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... semi desnudéz, ya que solo la cubría una bata transparente. Lamió mis pechitos, me dio un beso en la boca paseando su lengua por mis labios, y luego una cachetada diciendo: ¡La guita que nos vas a hacer ganar chirusita! Se acomodó entre mis piernas, besó mi abdomen, y apenas su lengua rozó mi vagina sentí unas cosquillas espasmódicas que ensordecieron mi calma. Me olió largo rato y pronto me escupió desde el ombligo hasta el agujerito de mi culo, enterró de una un dedo en mi vagina y lo movió bruscamente con el aporte de sus lengüetazos y sus palabras: ¡Qué rica nenita, y te gusta ser mirona y cochina, y sucia, y te re calienta esto! Cómo puede ser que con 18 todavía seas virgen guachona?! Algo parecido a un mareo me invadió después de varias envestidas dedales de la tía. Habría jurado que era su pulgar por lo grueso y por cómo me dolía, pero era su chueco meñique el que deambuló por mi sexo. Cuando todo terminó abrió la canilla del vidét diciendo: ¡lavate bien que tenés sangre… ya no sos virgen pendejita! Me manoteó del pelo, me secó con un toallón meado por su horrible gato atigrado y me mandó a la cama jurándome que si volvía a tener ganas de espiar me iría peor. Desde esa noche comencé a tocarme como una loca entre las sábanas, recordando a Luly con esas pijas en el culo y a Silvana manoseándome en el baño. Pero no me animaba a poner un pie en la sala, por más que la intriga me lo pidiese a gritos. Yo tampoco podía explicarme por qué en el sexo fui tan colgada, por qué ...
... nunca había hecho ni siquiera un pete. Casi que ni sabía masturbarme! Eso me hizo sentir una inservible, pero me consoló el recuerdo de mi madre, a quien Silvana desmereció mientras me toqueteaba, supongo que para reducirme la psicología. Una noche Luciana me despertó y me llevó casi a la arrastra a su pieza, donde había dos tipos acostados tocándose los pitos. ¡Miren lo que les traje… una nena que quiere aprender a petear como yo!, dijo mientras me sentaba en un banquito, se quedaba en bombacha y, primero elegía la pija del pelado para saborearla fascinada, gimiendo, pajeando al otro y ensalivando con acierto ambos pares de huevos. Ellos me miraban con dulzura arrancándole los pelos sin piedad a la tía y se movían como buscando abarcarla más. El pelado le acabó en las tetas, se vistió y me re manoseó toda. Se detuvo cuando vio algunas lágrimas en mis ojos, pero después me hizo upa para sentarme en las piernas del otro que le chupaba las tetas a la tía. Me dejaron en calzones, me olieron entre los tres y pronto la tía dijo: ¡Dale Mai, chupale la pija al señor, que yo te voy a comer la chuchita como la tía Silvana, querés?! Y casi sin opción, esa pija dura, ensalivada y gordita se guardó en mi boquita sin experiencia pero golosa por las tremendas lamidas de Luciana en mi sexo y en mi orto. ¡Qué rico culito chiquita, dale, chupá más, comele el pito al hombre y mostrale la lengua, cómo te mojás guacha!, decía presionando mi cabeza al pubis del tipo que jadeaba como si tuviese un ...