1. Lo que hubiera sido (Tercera y penúltima parte)


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Infidelidad BDSM Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... porque soy una puta que le encanta la verga –respondió con un descaro que no hizo más que excitarme más. -¿Eres una qué? –pregunté con enojo. -¡Una puta, una zorra, una güila! –exclamó con una sonrisa en el rostro. -¿Te gusta mi verga puta? –le pregunté con una sonrisa malévola en el rostro. -Me fascina mi amor. -¡Pinche puta! –exclamé con furia y comencé a descargar fuertes golpes sobre su trasero mientras la seguía penetrando salvajemente. Elena gemía de placer mientras yo me encontraba en el delicioso éxtasis de lastimarla. Debo reconocer que esos golpes eran demasiado fuertes y que, probablemente en otro momento me habría contenido con el fin de no lastimarla, pero en ese momento, de verdad quería hacerle daño. Es difícil explicar ésta paradoja, ya que, una parte de mi me instaba a contenerme o incluso a parar; sin embargo, había otra gran parte de mí que se gozaba con la tortura y más aún que ella estuviera completamente dispuesta a soportar cualquier sadismo de mi parte. Así que, pese a mis reticencias interiores, seguí con la golpiza desmesurada sobre sus nalgas, sus muslos y pechos que, en ocasiones tomaba y laceraba. Ella jamás opuso resistencia y me dejó seguir. No tuve noción de cuánto tiempo duró aquello, pero no podía terminar, así que se la saqué de la vagina y me dispuse a penetrarla por el orto. Para mi placer, ella misma me abrió sus nalgas para facilitarme la entrada. Momentos después era su culo el perforado y la golpiza se había reanudado. También, en ...
    ... ocasiones tiraba fuertemente de su cabello para poder escupirle en el rostro. Mi esposa fue completamente sumisa y soportó todo aquello. Al poco rato de taladrar inmisericordemente su ano me vine copiosamente en sus entrañas y le solté unas ultimas nalgadas para aventarla a la cama con desprecio, pese a que mi amor por ella no había disminuido ni un ápice. Ella cayó rendida, jadeante y visiblemente lastimada. Yo, me sentí un poco mal… sólo un poco. Pese a que seguía enojado, me encontraba un poco más calmado. Por inverosímil que parezca, seguía completamente firme, aunque había tenido uno de los mejores orgasmos de toda mi existencia. En esos momentos, yo también estaba asombrado, pero agradecí a mi cuerpo por aquella inusual condición y decidí aprovecharla. Sin darle tiempo a reaccionar, me impelí sobre ella para penetrarla, ahora por el coño. Ella, para mi placer, se dejó hacer completamente. Sus ya marcadas nalgas aún se encontraban a mi merced, pero ahora también su rostro y sus tetas, debido a que se encontraba recostada sobre su lado izquierdo. Levanté un poco una de sus piernas y sin más la penetré. Volví a nalguearla duramente por unos instantes, para después propinarle dos buenas cachetadas que recibió con gusto. Pellizqué y estiré cruelmente sus pezones mientras la taladraba como un cavernícola en celo. Me encontraba en un placer eufórico y mi aguante parecía no menguar. Además, me complacía enormemente que mi esposa se entregara de esa manera. La estaba lastimando y la ...
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