1. Lo que hubiera sido (Tercera y penúltima parte)


    Fecha: 09/08/2019, Categorías: Infidelidad BDSM Autor: Cold_P, Fuente: CuentoRelatos

    ... estaba lastimando en serio. Había una contradicción dentro de mi ser, porque me dolía verla tan lastimada, con las nalgas amoratadas, la cara notablemente roja y una expresión de visible dolor. Pero disfrutaba con aquello. Me producía un placer enfermo, embriagante y oscuramente delicioso, al cual me abandoné. Un punto a mi favor era que la profusa humedad de su entrepierna y los pequeños (o grandes, no lo sé…) orgasmos que tenía en ocasiones, me impulsaban a seguir, pese a que sus gemidos ya no eran de placer, sino de auténtico dolor. Quince minutos después de un incesante taladrado de su coño y una tremenda paliza en todos los puntos erógenos y no erógenos de su apetitoso cuerpo, yo seguía sin poder terminar. Sus nalgas y parte de sus muslos se habían tornado a un color morado rojizo, mientras que su rostro (lleno de lágrimas y mocos) se encontraba rojo, así como sus pechos, costillas y espalda. Le saqué la verga completamente empapada de sus jugos, pero aun apuntando al cielo. Le ordené con despotismo me diera placer con su boca y sumisamente lo hizo. Le solté poco antes de que engullera mi miembro una sonora y fuerte cachetada que casi la hace desmayar, pero aguantó y obedeció sin rechistar. Recostada como estaba, le ordené abrir las piernas para así poder azotar su vulva. Increíblemente lo hizo. Para el cuarto golpe, cerraba las piernas por instantes, pero mansamente las volvía a abrir, ofreciéndome así su intimidad sin despegar su boca de mi carajo. Recibió cerca de ...
    ... veinte golpes, todos ellos brutales; sin embargo, para esas instancias yo estaba a punto de correrme. Le inserté tres dedos en la vagina para proporcionarle algo de placer en medio de su dolor y ella lo agradeció. Le ordené aumentar el ritmo de la mamada y le dije que no quería que tragara nada, porque quería terminar en su rostro. Un par de minutos después, ella estalló en un pequeño orgasmo e instantes después le llené la cara de lefa, la cual le ordené no limpiarse. Me recosté sobre la cama y, sin pedírselo, ella se acurrucó a mi lado, abrazándome. Nunca supe cuando me quedé dormido, pero su voz me despertó, casi al alba. -¿Estás enojado? –preguntó con timidez. -Estaba dormido –respondí con voz un poco pastosa. Cuando abrí los ojos la encontré tapada con una toalla y con el cabello húmedo, sentada al filo de la cama. -Perdón… ¿quieres que te deje dormir? – volvió a preguntar con dulzura. Cuando la vi, toda la euforia con que le solté la golpiza la noche anterior, se convirtió en verdadera culpa. Su rostro estaba ligeramente hinchado, pero lo suficiente para que se notase. En el pecho había marcas aun de mis manos y su piel se notaba visiblemente irritada. Su semblante era el de una mujer que está soportando aun el dolor. Me sentí terriblemente mal. -Elena… No juegues –expresé con notable preocupación– Discúlpame, creo que me sobrepasé anoche… -Shhhhh –soltó con una sonrisa acercándose a mi e impidiéndome levantar colocando uno de sus dedos en mis labios para hacerme callar– ...
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