Cruce imprevisto
Fecha: 11/08/2019,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... al lado de Adolfo, en la parte delantera del vehículo, y yo detrás. Como el vestido de Mari era tan corto, mostraba todos sus muslos que Adolfo miraba de reojo y cada vez que cambiada de marcha, como sin querer, con su mano rozaba esos muslos pero ella fingía no darse cuenta de tan sutiles tocamientos. Adolfo se fue animando. Le puso la mano en el muslo de la falda. Mari separó un poco sus muslos y él viendo la facilidad que ella le daba, siguió subiendo con su mano hasta tocarle el coño sobre la braga. La cosa se fue calentando y yo, para evitar un accidente, le dije a Adolfo: - Para, por favor, en el arcén. Cuando lo hizo, les hice bajar del coche y sentarse los dos detrás mientras yo me ponía al volante. Nada más reanudar la marcha, en el asiento de atrás se reiniciaron los tocamientos. Puse el espejo retrovisor interior regulado hacia ellos para echar un vistazo de vez en cuando y pronto mi polla comenzó a engordar dentro de mi pantalón. Pronto Adolfo le levanto el vestido a mi mujer y le metió la mano bajo la braga comenzando a tocarle el coño. Yo podía ver como sus dedos se deslizaban por la raja húmeda. Al poco rato le ladeo las bragas y metiendo la cabeza entre sus muslos, empezó a comerle el coño. Mari gemía de gusto, mientras se abria la parte superior del vestido que llevaba. - ¡Vaya par de melones más lindos! - exclamó Adolfo cuando levantó la mirada y le vio las tetas. Mientras él se los acariciaba con las manos le pasaba la lengua por los pezones, que ella tenía ...
... ya muy duros. Pienso que cuando él le comía el coño ella había tenido ya su primer orgasmo. - Sácate la ropa - oí que ella le decía. El se abrio la bragueta, quedando su pene frente a ella. Yo no podía verlo completo pero ella, al ver su aparato, exclamó: - ¡Vaya herramienta tienes! Pensé que con esa expresión, mi mujer expresaba que él debería estar muy bien armado. Mari agachó la cabeza empezando a chuparle la polla. Yo al principio solo podía ver como le subía y bajaba la cabeza y la cara de gusto de Adolfo mientras mi mujer se la mamaba. Después se acomodaron para permitirme ver como mi esposa se chupaba magistralmente esa verga a la vez que se acariciaba el coño. El hombre no tardó en soltar toda su leche en la boca de mi esposa, que se la tragó sin rechistar, reteniendo la cabezota pegada por dentro de su cachete. - Nunca me han mamado la polla como me lo has hecho tú - oí que le decía Adolfo. - Eso no ha sido nada - le contestó ella - Aún puedo hacerlo mejor en otras condiciones de espacio y comodidad. Se vistieron, les pregunté si lo habían pasado bien, cosa que ya estaba demostrada y entablamos una conversación muy amena entre los tres. Unos doscientos kilómetros más adelante, ya oscurecido, Adolfo me dijo que si salía de la autopista en un punto determinado, conocía un motel en donde, si estábamos de acuerdo, podíamos pasar la noche. Como no teníamos prisa y aquello prometía, aceptamos. Llegamos al motel, él se encargó de pedir la habitación y Mari y yo entramos en ...