Rompeme en pedazos 1
Fecha: 14/08/2019,
Categorías:
Incesto
Autor: ViejitoMalo, Fuente: SexoSinTabues
... Adriana... La más hermosa mujer que yo haya conocido nunca, jamás, pero también sos la más puta de todas, y así hay que tratarte. ¡¡Arrodillate, y sacame el cinto!! Me arrodillé a tus pies, mirándote, como quien pide en silencio que le perdonen la vida. Bajé la vista, y acaricié tu cinturón. Lo había hecho hacer yo para vos, a mi pedido, por unos talabarteros del pueblo que sabían de tus "gustos", de modo que no sólo se ciñeron a mis instrucciones sino que también sugirieron sus propias ideas. ¿El resultado? Tu cinturón, con su repujado en forma de pequeños diamantes con distintos bordes y filos, se había transformado en un exquisito elemento de tortura, que no sólo marcaba mi piel dejándola con una coloración entre azulada y bordó, sino que aplicado con tu sabiduría era capaz de hacerla saltar en pedazos, destrozando aquella parte de mi cuerpo que eligieras para golpear... Yo lo sabía bien porque lo compré hacía casi dos años, cuando empezamos nuestra relación... Y lo estrenaste conmigo el mismo día en que te lo regalé, cuando sin motivo alguno, sino sólo por placer (Sííí... el de ambos...), me arrancaste la ropa y me diste, y me diste, y me diste, sin asco, con ganas, marcando la piel de todo mi cuerpo con distintos tonos rojizos o directamente cortajeándola, lastimándola, rompiéndola, disfrutando con mis gritos, en los que reconocías la mezcla de dolor y placer, hijo de puta... "Ablandaste" tu cinto conmigo, desde aquel día y a lo largo de todo este tiempo, calentándote ...
... con el dolor que me producías... Y haciéndome acabar una y otra vez, como una perra, con el dolor que me regalabas... Y mientras pasaba la punta de mis dedos por tu cinto, apoyé mi frente sobre tu bulto, que ya se notaba gigantesco por debajo del pantalón, y refregué mi cara sobre él, mientras destrababa la hebilla, haciendo sisear el cinto en las presillas hasta quitarlo por completo, tras lo cual lo colgué de mi cuello, porque sabía que lo ibas a usar después. Puse mis manos en la parte trasera de tus piernas y las deslicé hacia arriba hasta llegar a tus nalgas, que estrujé mientras apoyaba mi frente en el animal hermoso que se escondía como podía en tu pantalón, y dije, en voz baja y mirando al piso entre tus pies -¿vas a romperme, amorcito? ¿Vas a romper a tu mujercita? ¿Me vas a partir en dos, aunque llore de dolor y te pida por favor que pares? ¿Vas a hacerme mierda, amor? ¿Vas a estropearme?... ¿Querés que te lo pida por favor? ¿Querés?... Por favor amor, por favor, necesito que me cojas, que me garches, que me revientes. Necesito sentirte dentro de mí, aunque tengas que partirme en cuatro para lograrlo. ¿Me cogés, por favor? -Todavía no -respondiste, sacando tu cinturón de mi cuello y señalándome la cama, en una silenciosa orden. -¡Ay, por lo menos mostrámela, dale! –respondí, sin hacerte caso (¡a propósito, vamos!) quedándome en la posición de rodillas frente a vos en la que estaba y acariciándote el bulto. -Puta y también desobediente… Quedate tranquila linda, que ya ...