Confidencias 13 En la cama con Eduardo
Fecha: 16/08/2019,
Categorías:
Gays
Autor: Alvaro-L-de-H, Fuente: SexoSinTabues
... quiere, pero tú, ¿qué es lo que deseas? ¿Seguridad en tu vida? ¿Obedecerles como siempre has hecho? Quizá de momento sea lo mejor para ti, tu decisión tiene sus cosas buenas y malas. Eduardo te quiere y te cuidará, hará siempre lo que tú desees, pero creo que tú nunca le pedirás algo. No sabes pedir, solo sabes dar. De todas formas siempre estaremos a tu lado. Me fui quedando dormido con el ánimo apaciguado y envuelto en el calor del cuerpo de Pablo, en su afecto de hermano que me quería. Al día siguiente permanecía como flotando en una nube, sin pensar en nada, centrado en estudiar y hablar con los compañeros durante los descansos y durante el tiempo de la comida. Mis primos y Pablo también aparentaban que no sucedía nada y todo seguía igual. No había vuelto a ver a papá y el viaje a clase lo hacíamos en el autobús y seguía ocupando la cama de Pablo a las noches, no me pedía sexo y se limitaba a besarme y darme cariño, yo tampoco le sugería que deseaba que me tomara. Sucedía que el tiempo pasaba, en cierto sentido electrizante, como si en la calma estuviera a punto de estallar la tormenta y se sintiera el olor del ozono en el aire. Hoy era el día definitivo donde se decidiría lo que tendría que ser mi vida durante no sabía el tiempo. Al marchar para el colegio mamá estaba en la puerta para despedirnos, y presentí que esta era la última vez que saldría de la casa sintiéndome pertenecer a su vida cotidiana, Me miraba suplicante, sin hablarme tan siquiera y sabía lo que ...
... deseaba preguntarme. -Si mamá, será que sí la respuesta. Me abrazó y Pablo, mis primos y yo cogimos la calle que nos llevaba a la parada del autobús. A la tarde, a la salida de clase, en el aparcamiento de autobuses estaba uno de los coches de Eduardo, negro, soberbio, impenetrable. Me despedí de mis compañeros con un “hasta mañana”, una de las puertas traseras se abrió automáticamente y entré al confortable calor que me esperaba. Solamente estaba el conductor y tenía sus instrucciones recibidas. Cogió su móvil y realizó una llamada, supe que era para Eduardo que esperaba mi respuesta, y estaba dada con mi entrada en el negro automóvil. Me abrió la puerta Tomás y me quitó la mochila de las manos. -El señor está en el gimnasio y ha pedido que le lleve hasta allí. Dejó la mochila sobre un asiento en la entrada. Era la misma habitación que ya conocía y algo cambiada, habían desparecido las camillas, solo quedaba una y permanecían los aparatos de ejercicios, como la cinta de correr donde Eduardo sudaba en este momento mientras yo avanzaba. Miraba la gran pantalla siguiendo un programa sobre animales salvajes. -Termino ahora mismo. Esperé hasta que Tomás le entregó una toalla con la que se quitó el sudor de la cara, Eduardo se cuidaba y hacía ejercicio, parece que con regularidad aunque no conseguía quitarse esa pancita tan sexy que tenía. Se acercó y cogió mi barbilla con la mano, se inclinó ligeramente y me entregó un beso. -Gracias, gracias pequeño, no te arrepentirás. Vamos a nadar ...