1. Una madre deseada


    Fecha: 11/11/2017, Categorías: Fetichismo Sexo con Maduras Tabú Autor: whotan, Fuente: xHamster

    ... entrada de su vagina. El contacto actuaba sobre sus miedos como la llama sobre la cera. Intenté besarla de nuevo. Esta vez ella dejó la boca entreabierta. No intenté meter la lengua. Nos quedamos así con las bocas abiertas unidas. Mientras, apretaba y movía la polla contra su vientre. Desde su culo mi mano intentaba alcanzar la entrada de la vagina. Paquita abrió un poco más la boca y dejó que insertara un centímetro de lengua.Aquel era el agujero en la muralla por el que iba a penetrar el ejército invasor. Uno tiende a minusvalorar la excitación sexual que puede llegar a producir un beso, y a veces -como en esa ocasión- su efecto es casi tan potente como un orgasmo. Mi madre empezó a sorber mi lengua con toda su alma, y yo le metí por allí la fuerza de todo mi deseo. Pero no perdí la cabeza, había conseguido llevar la punta de la polla hasta su vulva, y trazaba allí líneas irregulares con mi capullo babeante. Paquita había perdido la cabeza, me dejaba hacer casi inconsciente.Puedo jurar que no fue en absoluto deliberado, aunque ningún tribunal me absolvería, supongo, pero de pronto mi polla entró en su vagina del modo más natural e imprevisto que se pueda imaginar. Cuando ambos fuimos conscientes de lo que había ocurrido, Paquita tenía ya dentro dos tercios de mi instrumento, que no es ciertamente el monstruo de longitud habitual en un relato pornográfico, pero que es considerable. El placer era irresistible. Se desprendió del beso. “¿Pero qué haces? No puede ser. No ...
    ... puede ser. Esto es terrible.” Pero aparte de sus protestas verbales su cuerpo no se resistía. Si estaba sintiendo tan solo la mitad del placer que yo experimentaba no había ninguna probabilidad de que aquello se viera interrumpido por su voluntad.No contesté, sino que acabé de meterle la polla hasta que mi pubis sintió la caricia del suyo, pero con un significativo trozo de mi anatomía ya dentro de su vientre. “No puede ser. Sácala, Nacho, por favor. ¿Qué vas a pensar de mi?” Me mantuve inmóvil, respirando con fuerza, mientras abrazaba a mi madre, e intentaba besar su boca. Apartó la cabeza, pero no el coño, que seguía taladrado por mi instrumento, que había alcanzado un tamaño y una dureza monstruosos. “Me habías prometido… Anda, sácala.” Por un momento, pensé en obedecerla solo por el placer de ver su reacción, pero el placer me lo impedía. ¡Estaba follándome a mi madre!El sueño de felicidad más insensato que podía concebir, el que durante semanas me había obsesionado hasta extremos absurdos. Tan solo con un puñado de movimientos me iba a correr e iba a inundar su útero con la semilla nacida de ella misma. Hubiera necesitado una fuerza de voluntad inhumana para renunciar en aquel momento al abrazo delicioso de su vagina. Necesité parte de esa voluntad para mantenerme tranquilo y no estallar en una especie de epilepsia.Empecé a moverme. Primero con muchísima suavidad. Paquita abrió un poco más sus muslos. “No. No puede ser.” Repetía, pero ahora hablaba más consigo misma que ...
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