1. Una madre deseada


    Fecha: 11/11/2017, Categorías: Fetichismo Sexo con Maduras Tabú Autor: whotan, Fuente: xHamster

    ... y me sentaba al borde de la cama. No hizo nada. Entonces tomé su mano izquierda y la acerqué hasta la polla. No se resistió, pero se quedó inmóvil con los dedos sobre el tronco palpitante. Poco a poco empezó a moverlos muy suavemente.La sensación era fastuosa. No me atrevía a hacer nada más por miedo a romper el hechizo, y que cesara en sus caricias. Poco a poco ella intensificó el ritmo. Entonces me atreví a acariciarle el brazo con las yemas de los dedos. Ella se incorporó ligeramente para poder darme el masaje con la intensidad que la situación requería. Le dije que iba a correrme, pero no hizo nada. Cuando la polla comenzó a escupir los inmensos chorretones cayeron sobre la sábana, el camisón, el hombro y el brazo. Le ofrecí el pañuelo que había traído, pero no me dejó. Dijo solo: “Deja. Ya me encargo.” Susurré “Gracias” y salí del cuarto en medio de la confusión.Ni esa noche ni a la mañana siguiente pude observar en el comportamiento de mi madre ningún signo extraño. Ni siquiera evitaba que nuestras miradas se encontraran, y cuando eso ocurría no podía captar señas de complicidad. En algún momento llegué a pensar que había imaginado todo lo ocurrido durante la siesta, pero sabía que no era así, y pensaba encontrarme con pruebas de que no había soñado en la siesta del jueves. Por otro lado, a pesar de lo satisfactorio del recuerdo me atormentaba la duda de si debería ser más atrevido y avanzar o si cualquier avance pondría en peligro lo conseguido. Estaba casi seguro de ...
    ... que mi madre no iba a estar dispuesta a dejarme metérsela, pero no sabía si me dejaría acariciarle el coño o chuparle las tetas, o tan siquiera besarla en la boca.Cuando conseguía ver las cosas con cierta frialdad creía haber alcanzado el límite más allá del cual Paquita no se iba a aventurar. En algún momento pensé en la posibilidad de la coacción, la amenaza de contar lo ocurrido a mi padre presentándome a mi mismo como víctima, como medio de despejar el camino hacia su vagina, la imagen de cuya gelatina hacía que mi polla babeara de modo enfermizo. Pero la mera idea de esa canallada me hacía despreciarme. Además el placer tan intenso que estaba sintiendo en todo aquello nacía justamente del deseo que advertía en ella. Al final no pude llegar a ninguna decisión clara, aunque tendía a conformarme con lo alcanzado.La mañana del jueves me resultó tan interminable como la de los días anteriores. Después, durante la comida hubo una llamada de una hermana de Paquita que quería quedar con ella nada más comer. Al oírlo me dio un vuelco el corazón. Pero mi madre insistió con mucha firmeza en que le venía mal en aquel momento y consiguió quedar a última hora de la tarde. Tuve la impresión de que mientras se negaba con tanta vehemencia mi madre me miraba de soslayo y se ruborizaba ligerísimamente. Tal vez ella también esperaba con ansia la llegada de la siesta.Después de comer fui a mi cuarto y me desnudé completamente. Esperé a que mis hermanas se fueran. Nada más oír que mi madre ...
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