Eduardo llegó a mi vida cuando yo tenía siete años.
Fecha: 11/11/2017,
Categorías:
Gays
Autor: sweet.ciro, Fuente: SexoSinTabues
... desnudarme lo más pronto. Ahora tú quítame la ropa, me dijo. ¿Quieres? ¡Sí! le contesté. Y se puso de pié. Su pelvis quedaba justo en mi cara, pues era bastante alto y yo siempre he sido bajito. Le bajé su pantalón corto con torpeza, y noté el enorme bulto que se le formó en la entrepierna. Él se quitó la playera de un sólo movimiento y quedó en calzoncillos, yo desnudo frente a él. Ahora era distinto, había un poco de miedo en mí, y también una sensación desconocida que me impulsaba a ir más allá. Con su mirada me dijo lo que seguía, y lo hice. Bajé su trusa y no quise ver lo que salía, llevé la prenda hasta sus pies y mantuve la mirada abajo, respirando con dificultad, tenso y a la vez maravillado sin saber por qué. . . Ciruelita… me dijo, levanta los ojos, me dijo. Y al levantar la mirada lo que vi me dejó frío. Ahí estaba mi héroe, colosal, hermoso, desnudo, con su mirada penetrante y su sonrisa que lo alivia todo. Me tomó de las manos y las puso en su pene, que era gigante a mis ojos y tenía un latido pausado, una presencia dominante, como si tuviera conciencia de lo que puede hacer. Estaba caliente en mis manos, y mi cabeza daba vueltas y vueltas y no alcanzaba a controlarme. . . ¿qué estaba pasando? ¿qué magia era ésta? ¿qué poder tenía sobre mí este coloso al que mi corazón amaba y deseaba complacer? Su cabeza asomaba la punta por un tenso prepucio, sin que saliera toda, como un diamante rosado; luego le seguía un engrosamiento mayor al diámetro de su cabeza, y ...
... seguía, ligeramente menos grueso, hasta la base. De cualquier manera era grande y gruesa, y pesaba. ¿Qué hago, Eduardo? pregunté. El se volvió a reír. Ven, me dijo, y se sentó en la cama. Yo no quería soltar ese miembro, había un poder magnético que me obligaba a sujetarlo. Entonces me tomó de la barbilla, y me besó, con sus labios solamente, muchas veces. Yo flotaba en el espacio. Luego besó mi cuello, mis tetillas, con dulces mordiditas que me arrancaban suaves quejidos… estaba teniendo mi primer erección por excitación, aunque era pequeñita. De pronto reaccioné. . . le pregunté, con sus testículos y su miembro en mis manos: ¿me estoy convirtiendo en tu novia? Y él, que todo lo sabía, me tranquilizó: No ciruela, tu eres un hombrecito, pero si quieres podemos fingir que eres mi novia. ¿Quieres ser mi novia? ¡Sí! respondí con firmeza. Por eso me gusta decirte ciruelita, y no Ciro, me dijo. Y continuó besándome y acariciándome el cuerpo. Luego se detuvo un tiempo más en mi hoyito, con sus dedos suaves, hurgando, acariciando, punteando sin penetrar. Yo gemía y me faltaba el aire, sólo quería más y más de lo que me daba. Luego, silenciosamente, se metió mi pequeño miembro en su boca, y lo acarició con su lengua, y mis huevitos. Era todo muy pequeño en comparación, pero me hacía sentir extremadamente bien, aunque raro, diferente a todo. Sentía que me iba a orinar, pero no era la misma sensación. Y él seguía pasando su lengua en mi verguita infantil, mientras su mano masajeaba mis ...