1. Eduardo llegó a mi vida cuando yo tenía siete años.


    Fecha: 11/11/2017, Categorías: Gays Autor: sweet.ciro, Fuente: SexoSinTabues

    ... maravillosa sonrisa. Era atlético, ágil y veloz. Le gustaba jugar con los niños del barrio y casi siempre andaba en shorts, sin camisa. A él le gustaba cargarme, me montaba en su cuello, me acompañaba a la tienda, bebía refrescos encaramado en los árboles igual que yo. No se si estoy equivocado, pero creo que yo lo amaba como ama un niño a alguien especial, sin morbo, sin nada extra. Y él me correspondía cuidándome, siempre atento a cuando yo llegaba de la escuela. Siempre cerca de mí. -¡Sí! grité. Déjame pedirle permiso a mi mamá, le dije. Él me contestó que no, que le permitiera hablar con ella y que seguramente nos dejaría ir a la alberca. Mi mamá estaba más que contenta con la propuesta. Después de todo, iría con Eduardo y eso la dejaba tranquila. Eduardo se fue a su casa por su traje de baño y su toalla, y yo en tres segundos ya estaba listo. Emocionado, con ganas de salir corriendo. Lo primero que hicimos fue entrar a las regaderas. Eduardo me dijo: tenemos que bañarnos con agua dulce para quitarnos el sudor del camino. . . no es bueno contaminar la alberca. Yo dije que estaba bien. Pero, antes de que me quitara la ropa, me dijo, te voy a ayudar a desvestirte ¿está bien? Estuve a punto de decirle que no, gracias, puedo solo, cuando se arrodilló y comenzó a desabotonar mi short. Me veía a los ojos con una mirada que yo no conocía, no era lasciva, ni morbosa. . . era como amor, al menos así lo veía yo. Me quitó el pantalón corto y luego subió mi camisa. Quedé en trusa. Te ...
    ... la voy a quitar también porque está prohibido usar ropa interior en la alberca, me dijo. Ya sé, le contesté sonriendo y, no sé porqué, le hice una caricia en la oreja, así, leve. Quería abrazarlo y darle besos en la cara. Eduardo pasó sus manos gigantes detrás de mi cintura y en vez de bajarme los calzoncillos directamente, tocó con suavidad mis nalguitas, una mano en cada nalga, y con un movimiento muy lento y suave, me bajó la prenda. Lo hizo tan suavecito y mirándome tan bellamente, que sentí escalofrío a pesar del calor. Quedé desnudo sin poder moverme, pero extrañamente feliz. -Ahora yo- dijo. Y comenzó a quitarse la ropa. Yo te ayudo, le dije. Pero Eduardo miró hacia los lados y vio que había otras personas en las regaderas y me dijo que no. "No te preocupes, ciruela -así me decía- yo lo hago rapidito para irnos al agua. Nunca he sentido lo que sentí cuando lo vi desnudarse. Ya había visto en otras ocasiones a otros niños, y hasta señores grandes desnudos en algún vestidor. Pero Eduardo era mi héroe. Y ahora estaba ahí, desnudo de los pies a la cabeza, con su pecho lampiño, perfecto, sus piernas fuertes y largas, su sonrisa de sol iluminándome. Y su pene que era lo más hermoso que vi jamás en mi existencia. Colgaba grueso y fortachón de su pelvis, salía de una mata compacta y negra de bello, cubierta su cabeza y tronco por una pielecilla breve, pero que dibujaba línea por línea los relieves de sus venas. Me quedé paralizado de emoción, de miedo, de gusto, de vergüenza. ...
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