El viejo que más odiaba me cogió - Relatos Eróticos

El viejo que más odiaba me cogió

... placer que tenía. Quería que se viniera dentro de mi boca, quería sentir el sabor del semen, seguí con la mamada que cada vez se me hacía más fácil, puse mis manos en su cadera y lo atraje hasta mí, haciendo que me entrara más ese rico pene.
Estuve así por un rato, no sé cuánto, estaba gozando lo que hacía, yo mismo no podía creer que me estaba tragando un pene y que sabía delicioso y que me gustaba mucho.
De repente sentí como el glande se agrandaba distendiendo las paredes de mi boca y sentí como un líquido caliente llenó mi garganta, no lo pude saborear como quería porque estaba muy adentro, así que me lo tragué, pero inmediatamente salieron otros dos o tres chorros llenando mi boca y esta vez sí pude sentir su sabor, era un poco salado, caliente, abundante, riquísimo, ahí me di cuenta de que de aquí en adelante me iba a convertir en adicto a ese líquido maravilloso.
Después de que las contracciones cesaron, lo apreté más para sacar hasta la última gota de ese líquido maravilloso, el cual saboree y tragué. Mis manos seguían aferradas a su pelvis, no lo ...

... quería soltar, seguí chupando ese pene ya bastante flácido, quería que se pusiera duro de nuevo.
Sentí como el me agarró de los hombros para que me parara, me acercó de nuevo a su cuerpo, y empezó a besarme de nuevo al mismo tiempo que masajeaba y estrujaba mis nalgas, que sentían un placer indescriptible.
Vamos a la cama me dijo. Cerró los grifos, tomó dos toallas, me dio una y empezó a secarme la espalda, las nalgas, las piernas y después mi pecho. Yo sentía riquísimo sus toques. Salimos de la ducha y nos acostamos de lado uno frente al otro, apartó un poco la cara, me miró fijamente y me dijo: Estuviste excelente. ¿le gustó le pregunté? Yo mismo me extrañé de la pregunta que había hecho, Es mi primera vez le dije, nunca lo había hecho, ¿de verdad le gustó volví a preguntar? solo me besó, eres lo mejor que he tenido en mi vida dijo y me apretó contra su cuerpo tiernamente y acariciaba mi pelo sobando mi cabeza. Eres tan lindo decía, quiero que vuelvas la otra semana.
Cuando usted quiera dije y cerré los ojos y me recosté en su pecho y me dormí.

Fin