1. Tan simple, tan sencillo


    Fecha: 17/11/2017, Categorías: Zoofilia Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Una chica, un chico, una isla poblada de dinosaurios… ¿Qué podría salir mal? (Relato sobre dinoporno) Por: Snow White. Ed casi logra arruinar el viaje con sus tonterías y sus estupideces. Hasta hace una semana Ed era mi novio pero decidí terminarlo porque es un hombre blandengue, débil, frágil. Cuando lo conocí me fascinó por su belleza, por su buen humor, por sus ideales de equidad y justicia pero con el paso del tiempo me di cuenta que es tan fuerte como un muñeco de paja: a la menor tempestad se deshace, incluso hubo momentos en los que sentí que temía mi impetuosidad, mi voracidad durante el amor. Soy una mujer apasionada que siempre pide, que siempre necesita más durante el sexo: más duración, más vigor, más intensidad, más energía…Incluso después de una sesión larga, mi cuerpo pedía un poco más, sentir ese orgasmo intenso que te nubla la razón, ese orgasmo que casi es como un dolor porque nace de placeres anteriores, cuando tu cuerpo te responde lentamente porque esta agotado pero tu mente anhela un poco, solo un poco más. Era en esos momentos cuando Ed se alejaba y mi cuerpo quedaba tendido en la cama a la expectativa de un disfrute que no llegaría. Por eso ya no seguíamos juntos. Ed no se resignaba a perderme y por esa única razón también se incluyó en el viaje de estudios en el que no tenía nada que hacer. Soy bióloga, bueno, estudiante de biología. La universidad logró que realizáramos una estancia de una semana en una remota isla del Pacífico poblada por ...
    ... dinosaurios. Hace unos cuantos años un grupo de científicos logró traer de vuelta a la vida a un dinosaurio, el procedimiento fue tan simple, tan sencillo: rescatar ADN de dinosaurios contenido dentro del cuerpo de mosquitos atrapados en ámbar y después clonarlo. Primero fue uno, luego dos hasta que consiguieron tener a las principales especies de reptiles prehistóricos. Y por fin, tras una larga espera, tendríamos la oportunidad de contemplarlos en su hábitat natural. Cuando subí al avión vi a Ed sentado cerca de mi asiento. Lo odié tanto. Sonrió y me habló. Yo lo ignoré. -Mel, Mel, por favor. Tenemos que hablar. Por ti vine a este viaje. -No tenemos nada de qué hablar-le grité, dejándolo mudo. En el transcurso del vuelo trato otra vez de hablar conmigo pero lo rechazaba firmemente. Para olvidar su molesta presencia miraba por la ventanilla y me decía a mí misma que estaba a unas horas de cumplir mi sueño: ver dinosaurios vivos. Cuando era niña pasaba las vacaciones de verano en el Museo de Historia Natural de la ciudad para admirar las reproducciones de los gigantescos animales. Los veía fascinada, si los seres humanos hubieran convivido con ellos probablemente nos hubieran engullido y la raza se hubiera extinguido. Los hombres no son nada comparados con ellos. El descenso y la llegada la hotel no son dignos de mención. Estábamos agotados e inmediatamente dormimos sin inquietarnos que a menos de un kilómetro habitaran feroces tiranoaurios rex. Sin embargo, vagas ensoñaciones sobre ...
«1234...»