Tan simple, tan sencillo
Fecha: 17/11/2017,
Categorías:
Zoofilia
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... o pueden terminar mal- Les grité a mis compañeras de “orgía”. Yo quedé con las piernas separadas y la blusa rota. La cabellera alborotada y los brazos sangrantes. El animal disfrutaba del calor que irradiaba mi anatomía. “Déjate llevar, no opongas resistencia” me ordené a mí misma. Giré la cabeza. Mary estaba completamente desnuda, dándole la espalda a un velocirraptor que la montaba con furia. Mi macho alfa pasó su lengua rasposa por mi cuerpo expectante, su lengua rasposa lamía mi rostro repetidamente. Con su garra derecha rasgó mi ropa y con la izquierda la separó de mi cuerpo. Era cuidadoso a pesar de todo. Rodeé por el pasto disfrutando de la humedad en mi piel desnuda. Acercó su nariz a mi sexo, comprendió que yo estaba lubricando desde que lo ví la primera vez. Esa nariz fría me hizo gemir quedamente. Se restregaba contra mi peluda vulva como si de una fruta se tratará. Me lamía con energía, con desesperación, mis fluidos se esparcían por mis muslos y él los saboreaba. ¿Cómo era posible qué un hocico que hace poco había devorado a un hombre ahora fuera capaz de ser tan delicado? Esparcí mi sangre y mis fluidos vaginales por mis pechos. En cuanto los olio empezó a pasar su lengua traviesa por ahí. Me retorcía de gusto. Mi ser estaba a su total disposición, su saliva me cubría cual si fuera una segunda piel. Pasaba de un seno a otro, engullía mis senos con suavidad, temí perderlos pero no importaba, estaba rompiéndome en mil pedazos por tanto placer, Mis gritos se ...
... acompañaban de los de mis compañeras, gritos provocados por nuestras parejas prehistóricas. Mary contemplaba al cielo mientras era tomada una vez más por su velocirraptor. Era tan salvaje la embestida, ella se movía como si careciera de huesos, con una flexibilidad tal que temí que la matará pero ella parecía tan hermosa entregándose a la voluptuosidad de una bestia que no me sorprendí cuando escuché que ambos (animal y mujer) chillaban por su orgasmo compartido. Mi macho alfa había lubricado tan bien mi entrepierna que solo hacía falta una cosa para culminar tan extraña aventura: sentirlo dentro de mí. Desde su interior el velocirraptor sacó un pene largo y delgado, en rojo vivo. Al primer intento no le atinó a mi orificio, fue un golpe duro, doloroso; el segundo me sacó lágrimas por el sufrimiento que me ocasionó pero mi excitación fue tanta que aguanté hasta que el cuarto intento fue fructífero. Juro que suspiré de alegría cuando sentí tan raro pedazo de carne dentro de mi vagina. Hizo que me estremeciera de gusto con su mero contacto. Nuestras pieles íntimas juntas, imaginar que yo era su hembra me excitón tanto que cuando empezó a bombear tuve un orgasmo. Me estremecía cuando concluyó encadenándose con otro. El dinosaurio sabía como moverse, tenía un ímpetu que ningún hombre conseguiría jamás, sus movimientos sacudían todo mi cuerpo, mi espalda se levantaba y capia al suelo ante cada embestida. Oleadas de deliciosos orgasmos nublaron mi mente. No había experimentado algo ...