El juego (II)
Fecha: 03/12/2017,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... silla a los dos allí sentaditos frente a la puerta. Por la noche en la cama, conté a Miguel pormenorizado y con todo detalle lo ocurrido con Javier. Digo todo, ya que no oculté la felación ni mi largo trago de semen. Cada día notaba en Miguel más placer al escuchar lo acaecido con Javier; también a mí se me hacía más excitante el contárselo. Ya una vez finalizado el relato y después de repetirme Miguel del placer que sentía cuando le contaba esas cosas; aunque no hacía falta que lo dijese, se le notaba en la cara; me comentó que lo mejor sería que cuando llegaran Pedro y María, les dejásemos para ellos nuestra habitación de matrimonio y nosotros pasásemos a otra habitación en la cual había una cama de plaza y media y un sofa-cama de una plaza, así que tendríamos que dormir separados ya que, lo digo esto por los que desconozcan el problema de la parapléjia, al no tener movilidad en la parte inferior del cuerpo, les cuesta mucho moverse en la cama, por lo que en una cama de matrimonio, la molestia que puede ocasionar a la pareja es mínima, pero en una de reducidas dimensiones, resulta realmente incomodo para los dos, así que lo mejor era utilizar cada uno una cama. Me pareció correcto, el tener ese detalle con ellos. A la mañana siguiente procedía a pasar nuestra ropa del armario de una habitación a otra para que cuando llegasen, ya estuviera todo arreglado. Cerca del mediodía, llegaron a casa los invitados. La sorpresa para nosotros fue que llegaban acompañados del hermano de ...
... María, un chaval de 18 años. Comentaron que como Miguel les había dicho que estaban con nosotros mi hermano, al cual ya conocía Luis, (es el nombre del hermano de María), y nuestros sobrinos, habian pensado en que éste se lo iba a pasar estupendo con ellos. Naturalmente comentamos que perfecto, que no había problema y que ya pensaríamos como alojarnos todos. Mientras nosotras dos nos fuimos a deshacer las maletas que llevaban, Miguel y Pedro se quedaron en la terraza y los chicos se bajaron a la playa. Estábamos en la habitación deshaciendo el equipaje, hicimos repaso de los meses en los que no nos habíamos visto. Por lo que decía, podía comprender que la vida de María era un calco de la mía. Todo el día atendiendo al marido y las noches éste haciendo lo que podía para complacerla en el terreno sexual. Al bajar a la terraza, salimos con unas cervezas, unas patatas fritas y unas aceitunas, así comenzamos ya la conversación los cuatro. Miguel comentó que había pensado que para organizarnos en la casa, lo mejor era que, Roberto mi hermano, pasase a nuestra habitación, ya que dijo podía dormir conmigo, y así Luis podría dormir en la habitación con los otros dos chicos. Tanto Pedro como María manifestaron su oposición, ya que si alguien iba a estar incómodo, esos tenían que ser ellos. Ante la insistencia que observaba en Miguel de llevar él la razón yo increpé, que me había pasado media mañana pasando la ropa de una habitación a otra, y que no estaba dispuesta a pasarme la tarde ...