La tía Lilian (par.1) Maestra y hembra me enseñó a disfrutar
Fecha: 13/12/2017,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Lobo Feroz, Fuente: CuentoRelatos
... que tantas noches fue motivo de mis más húmedas y lácteas calenturas. Me gustó sentirme objeto de su calentura, deslizar los breteles al borde de los hombros, con un suave meneo la prenda se deslizó hasta sus pies. Era una bella mujer, cuando la madurez enriquece las texturas, las redondeces se acentúan, los pechos valen por lo que son, el triángulo púbico, sombreado de rulos oscuros dan entorno y misterio a la cueva tan deseable. No me alcanzan los ojos para retener tanta carne codiciable, la tomé de la cintura para acercar mi cara hasta perderme entre sus mamas, sentir por primera vez el aroma de mujer, sentirme dueño por un instante de su deseo y poder ser artífice de su placer. Sujetaba con firmeza sus caderas, llenaba mis sentidos de su aroma, lamia su piel como para embriagar mis sentidos. - Luis, quiero que me uses como tu objeto deseado, sujétame fuerte, quiero sentir la firmeza de tus manos en mis caderas, no quiero respeto ni amor, solo sentirme tu hembra, ser solo para ti, sentir que mi macho me desea tanto que no puede resistir el deseo de tomarme como sea. Esas palabras endulzaron mis oídos y turbaron mi cordura, mi cerebro viajaba a un sitio increíble, que se parece al de ahora cuando me vuelve a excitar el recuerdo. Levante del sillón, un instante frente a frente, el abrazo derivó en el contacto furtivo de nuestros labios, el leve roce fue la chispa que encendió la hoguera, el beso profundo, interminable de lenguas danzantes ahogaron toda razón, la pasión ...
... encendió los motores y la turbulencia de las emociones nos ascendieron en la tromba de un tornado que anuló lo poco de razón que había en Lilián, contagia la forma de devorarme en su ardiente boca, las manos inquietas desabrochan la camisa sin zafar mis labios de la cárcel de los suyos. Sentía la brusquedad del deseo, ganas de morder con furia, perder el control, magrear sus carnes, liberar el instinto de forma salvaje, la inconciencia de ser la primera vez que tenía una mujer de esta magnitud entre mis manos subvertía mis sentidos, me hacía parecer un ser brutalmente, una máquina de copular, saltar la barrera del respeto, solo hacerla mía, mía, mía… Estábamos en la misma sintonía, se arrodilló entre mis piernas, desabrocha el cinto, baja el zip, deslizar pantalón y calzón en un solo movimiento, liberar la verga… Embelesada, cautivada por la erección, sobre todo el grosor y rigidez del miembro le hizo perder lo poco de razón que le quedaba, envolvió con sus manos, adoraba hasta lamerlo con fruición. Se hizo un tiempo para mirarme a los ojos, colocar el testimonio de mi virilidad al palo, entre sus gloriosos pechos, apretando y deslizando en una sutil masturbación, solo quería llenarme los sentidos de la gloriosa bienvenida al placer que bullía dentro de su sexo. Se puso de pie, me arrodillo, acaricio su piel con manos y boca, ascendiendo por su piel hacia sus pechos, lamiendo cada poro, sentir cada gesto, cada gemido como un descubrimiento. De pie, levanté sus tetotas, sostenidas ...