Solo una hembra en celo
Fecha: 15/12/2017,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Analopez1, Fuente: CuentoRelatos
Los que han leído mis relatos anteriores saben que me llamo Ana, tengo 43 años y vivo en Ecuador. No creo ser una mujer mucho más caliente y promiscua que otras. A mi elevado deseo sexual no lo veo como algo perverso o depravado. Solo acepto mis fantasías y deseos, y trato de hacerlos realidad, eso es todo. Como ya saben mis bebotes amigos del MSN, me gustan los hombres jovencitos y disfruto de su conversación y de su incansable virilidad. También debo reconocer que los hombres negros, son otras de mis debilidades. En cuanto al sexo, me gusta hacer el amor con varios hombres a la vez y ser bañada por su semen caliente, y a mis 43 años todavía puedo hacerlo y disfrutarlo y encontré en mi sobrino a mi mayor aliado sexual, a él le encanta verme poseída por varios hombres y tomar algunas fotos de nuestros encuentros. Él es un joven con mucha imaginación y para nada egoísta la que voy a contar es una de nuestras aventuras. Vivo en Ecuador y allí hay algunos bares donde se baila salsa y es frecuentado por negros, ese sería el lugar para buscar algunos de esos sementales de color ébano. Me vestí para la ocasión con una minifalda muy corta y apretada, unas medias de red negras debo decir que no llevaba ropa interior, lo complemente con tacones altos y en la parte superior de mi cuerpo una blusa blanca bien entallada y sin sujetador. Cuando entré en el bar con mi sobrino, me dio la impresión de que todo el mundo sabía que no tenía ropa interior y que podían observar mis pechos ...
... balanceándose casi libremente. Sentí que mi vagina se humedecía de la excitación. Pasamos junto a la mesa de dos jóvenes negros, que me desnudaron con la mirada, tendrían unos 18 o 19 años, tal como me gustan a mí. Sus ojos me siguieron hasta la mesa que elegimos. Tomamos unas copas con mi sobrino y sentí la mirada de esos jóvenes clavadas en mi exuberante anatomía. Supongo, que dada la posición y la longitud de mi minifalda, estoy segura de que fueron capaces de ver la parte superior de mis medias, tal vez incluso llegar a percibir que no llevaba ropa interior. Uno de los jóvenes, de apariencia atlética me miraba de manera sostenida. Cuando percibió que yo me había dado cuenta de sus miradas insistentes, me saludó con la cabeza, sin pensar, le devolví el saludo con una gran sonrisa. Me levanté de la mesa y me dirigí al baño, el joven se levantó de su meza y me siguió, me alcanzó justo antes de llegar al baño, me saludó nuevamente. Me comentó que su amigo y él no podían dejar de mirarme, que era una mujer muy bella y seguramente debía ser una mujer muy ardiente y que esperaba no haberme ofendido al ser tan directo con sus palabras. Le dije que me halagaba sentirme deseada por hombres tan jóvenes y vigorosos y que eso era lo que me gustaba de los jovencitos que podían decir y hacer lo que les viniera en ganas, sin medir las consecuencias. Me sonrió y pícaramente dijo: -¿En serio te gustaría que haga lo que me venga en gana?, porque se me ocurren cosas muy entretenidas y muy ...