1. Seducida por un maduro (yo 18 años)


    Fecha: 01/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Confesiones Autor: Ale20, Fuente: CuentoRelatos

    ... dos copas, se acercó a mí y me ofreció una. La acepté. Choco su copa con la mía y me dijo “salud”. Su primera palabra desde que entró sin avisarme al motel. Jamás en mi vida había probado el vino tinto. Lo probé y en realidad no me gustó. Me supo muy ácido y a mí me gustan las cosas dulces. Sin embargo, me lo tomé todo pensando en que el alcohol podía ayudar a desinhibirme un poco más y calmar mis nervios. Se terminó su copa de vino y yo también. Se paró frente a mí y me observó de arriba abajo y viceversa. Seguramente pensaba en el manjar que estaba a punto de comerse o cómo es que había conseguido atraer a esta linda ovejita hacía el matadero. Yo estaba como ternerita: asustada y con el corazón palpitándome fuertemente. Entonces se acercó más a mí. Me tomó con sus manos la cintura. Me dio un pequeño jalón para juntar su cuerpo con el mío. Mis manos quedaron sobre su pecho. Di un suspiro, cerré los ojos y me besó. Había comenzado. PRIMERAS IMPRESIONES Fue un beso que iba subiendo de intensidad. Primero fue solo contacto con los labios. Siguieron mordiscos mientras nuestras lenguas iban sintiendo la humedad de nuestras bocas. Sus manos comenzaban a recorrerme la espalda, deslizándose de arriba hacia abajo en lo liso de mi vestido, produciendo electricidad en mi cuerpo. Mis manos rodeaban su cuello y me limitaba a seguir besándolo. Se atrevió más y sentí que sus manos se deslizaban de mi espalda hacia mis nalgas. Llegando ahí me las tomó con sus dos manos y me las apretó al ...
    ... mismo tiempo. “Que exquisitas nalgas tienes.” Me dijo al oído mientras mordía mi oreja. Siguió explorando con su mano derecha hacia mi muslo y llegó al punto donde terminaba mi vestido. Metió su mano bajo la falda y me acaricio la pierna mientras la levantaba a la altura de su cintura. Juntó su sexo contra el mío. Solo le tela se interponía entre ellos. Bajo esa ropa se podía sentir la dureza de su pene contra mi pelvis. Mi imaginación voló. En unos minutos tendría esa cosa dura resbalando dentro de mí. Y digo resbalando porque ya podía sentir como me derretía por dentro. Continuamos besándonos apasionadamente. ¿Nervios? Se habían cambiado por plena excitación. Hasta ahora él tenía el control de todo, yo solo me limitaba a abrazarlo, besarlo y dejar que sus manos hicieran lo que quisieran. Apretó mis grandes nalgas con sus dos manos debajo de mi vestido, que estaban casi al desnudo. Mi tanga cubría solo una pequeña parte de mi piel. Mientras lo hacía, comenzó a besarme el cuello (uno de mis puntos erógenos) y terminé calentándome aún más. Mientras, sus manos seguían explorando y ahora estaban a la altura de mis hombros desabrochando los botones de mi vestido y bajando el zipper de la espalda. En un momento, mi vestido resbaló sobre mi cuerpo y cayó a mis pies. Mi imagen ahora era esta: yo parada enfrente de él, solo con brasier, tanga, medias y zapatillas puestas. Se deslumbró al verme. Yo estaba segura que la lencería negra me iba perfecta por el contraste de ella con mi piel ...
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