1. Seducida por un maduro (yo 18 años)


    Fecha: 01/01/2018, Categorías: Sexo con Maduras Confesiones Autor: Ale20, Fuente: CuentoRelatos

    ... tenía que regresar al trabajo y si quería podía llevarme a mi casa. Por supuesto le dije que no. ¿Cómo iba a llevarme hasta allá con riesgo de que me viera algún conocido o mis propios padres? Además era muy temprano para llegar a mi casa. Le dije que solo me dejara en una estación del metro cercana y accedió. Así que regresamos al estacionamiento por su camioneta. Abordamos y salimos del centro comercial. Como ansiaba que me dijera algo sobre ir a un motel o a su casa. Hubiera aceptado hasta que manoseara dentro de su camioneta. Pero no pasó. Seguía conduciendo y hablando de otras cosas. La verdad no estaba desilusionada o enfadada por las falsas esperanzas que me había hecho. Pensaba que estaba bien. Ya nos habíamos conocido y seguramente en la siguiente cita se daría. Él se había comportado a la altura y me había agradado mucho. Nos callamos un momento y él seguía manejando. Yo testeaba distraída en mi celular a una amiga. Me había preguntado cómo estaba. Sentí que la camioneta repentinamente daba vuelta. Alcé la mirada y observe que íbamos entrando a un motel. Siempre si me iba a coger. EN EL MATADERO No dije nada. Me limité a observar mientras la cara se me ponía color tomate y los nervios me erizaban. Él tampoco dijo absolutamente algo al respecto. Solo entró al motel, metió su camioneta al garage de una habitación, apagó el vehículo, se bajó de éste y fue a pagar el cuarto. Yo seguía muerta de nervios dentro de la camioneta. Pagó y enseguida comenzó a bajar el portón ...
    ... eléctrico para dejarnos completamente aislados del exterior, en la intimidad de 4 paredes que muchos secretos guardan. Ya no había ahora si escapatoria. Se acercó hasta mi puerta y la abrió. Nos quedamos viendo menos de un segundo, extendió la mano y me invitó a bajar. Le di la mano y bajé. Ni él ni yo decíamos una sola palabra, pero en nuestras mentes sabíamos bien lo que estaba ocurriendo y lo que iba a pasar. ¿Y su trabajo? ¿Y mi examen? Pasaron al olvido. Eran mentiras de cualquier modo. Cerró la puerta y se dirigió a la cajuela de dónde sacó una botella de vino y dos copas. “Sí que lo había planeado todo”, pensé. Al fin dijo: “Subamos. Tu primero”. Di media vuelta y obedecí. Caminé hacía las escaleras y comencé a ascender. Él atrás de mí seguramente viendo cómo se marcaban mis nalgas en el vestido mientras subía los escalones, pensando en cómo se verían desnudas. Yo ya sentía caliente la entrepierna. Llegamos hasta la puerta. La abrió y entramos a la habitación. Era muy bonita, recuerdo. Una cama enorme con edredón morado. Piso alfombrado. Una pantalla grande y un baño medio raro con paredes de vidrio donde pueden ver cómo te estas duchando. Entré con mucha timidez y me quede estática sobre el tocador, recargada y observando. Él entró muy confiado como si esa fuera la habitación de su casa. Me ignoró un momento mientras se disponía a abrir la botella de vino con el sacacorchos que también había bajado de su camioneta. La destapó y sirvió 2 copas con vino tinto. Tomó las ...
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