Mi abuelo en casa
Fecha: 02/01/2018,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: Mamaceando, Fuente: CuentoRelatos
... Luego, espere a que mis padres se durmieran y tanto papá como mamá. Una vez dormidos, no los despertaba ni una bomba. Así que fui hasta la habitación de mi abuelo y entre a gatas. Sin prender la luz me acerqué a su cama y busque bajo las sábanas hasta encontrar su verga que, por el momento estaba flácida y arrugada. En cuanto sintió que mis manos se apoderaban de su miembro despertó de un respingo. —¡¿PERO QUÉ…!? —SHHHHH! —Le puse un dedo en los labios y con la cabeza le indique si gritaba despertaría a mis padres. El no dejaba de negar con la cabeza. Pero, su verga pensaba diferente. Poco a poco fue bombeando sangre y crecí entre mis manos. Yo ya le daba de besos desde la punta hasta sus bolas. Por alguna razón, sentir los pelos que le cubrían la verga me excitaba más. —¡niña ya basta! —me decía una y otra vez en voz baja. —Tranquilo, yo me encargo. Tu tranquilo abuelito. Quite las sabanas para poder ver ese pito senil. Y si, jamás tuve entre mis manos una verga tan grande. —Dios mío! Dios mío! —solo repetía esas palabras una y otra vez, mientras yo lo masturbaba y se retorcía emitiendo unos gemidos horrorosos. Se la chupe despacio, dándome el tiempo de saborear cada parte de su verga, a ratos solo le lengüeteaba la punta. —¿ya te vas a venir? —le pregunté cuando dejo de rezar y apretó los ojos. Pero no alcanzó a responder y un chorro de semen escurrió por mis manos. Le di un beso en la frente y le di las buenas noches. Salí de ahí y me fui a lavar las manos. Creo que me ...
... voy a ir al infierno. Pero que buena verga tiene mi abuelito. Al día siguiente, ni siquiera nos acompañó a desayunar. Incluso pasado el mediodía, seguía en su habitación. Pero, a mí, rubia de dieciocho años, con los ojos verdes y los pechos pequeños pero firmes y un culo redondo y duro. Ningún chico o profesor se me negaba. Menos un vejete. Así que puse manos a la obre y entré a su habitación. —Hola abue! ¿Todo bien? —Niña, eso de anoche no puede volver a pasar. ¡Eres mi nieta carajo! —Me dijo y de verdad pensé que se soltaría a llorar. —¿Está mal que quiera ayudar a mi abuelito? —Le pregunte mientras me mordía el labio y me balanceaba con movimientos infantiles. —Es que no está bien, no puede ser. ¡Entiende! —Ok. La verdad es que toda mi vida me he comportado como una malcriada y apenas pude, tuve sexo con hombres y mujeres. Así que el regaño de un viejo, solo me calentaba más. Fui a mi cuarto y me puse unos shorts de cuando estaba en secundaria. Obvio, me quedaban tan chicos que mis nalgas se salían por todos lados y me quite el sostén. Así mis tetas se podían notarse bajo mi camiseta, aunque sea un poco. —Ok abuelo, hora de limpiar tu habitación. —le dije mientras me agachaba para que viera mi culo. El culo de su joven nieta. —¡¿PERO QUE MIERDA HACES?! —Me dijo gritando y enseguida volteó la cara para no verme. —Solo estoy limpiando. Quiso empujarme, pero se olvidó que tenía el brazo roto y enseguida grito del dolor —¡PUUUUTA MADREEEE! —Ándele por payaso. Si nada más estoy ...