1. Ana (9)


    Fecha: 06/01/2018, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... se creía único. Ella nunca se lo prometió, sino que él simplemente lo asumió. Era muy joven y estaba enamorado, y no podría asimilar el hecho de que una mujer que parecía corresponderle, al menos en la cama, necesitara de otros hombres. Pero no podía estar más errado, y fue recién a los pocos días de aquella violación, cuando comenzó a sospechar. Llegó a la conclusión de que Ana le ocultaba algo. Estaba muy distante, y si bien no le negaba el sexo, estaba diferente, mucho menos activa. Simplemente dejaba que el chico le hiciera lo que quisiese, pero no se mostraba entusiasmada. En un momento Ana fue al living a atender el teléfono fijo, ya que llamaba otro alumno para cancelar la clase. Y entonces, Facundo, en un impulso, agarró el celular de su amante y lo inspeccionó. Quiso la triste casualidad que no se topara con el mensaje que le mandó a Federico, acusándolo de haberla violado, porque si fuese así, probablemente, el chico sentiría un instinto de protección hacia Ana, y en lugar de alejarse, se uniría más a ella. Pero no fue eso lo que sucedió, sino que vio mensajes con otros hombres. Entre ellos estaba uno que le escribió su sobrino “Mañana clase de violín, te confirmo mi presencia, y espero que me esperes hecha una puta, como me gusta”. Fue como un balde de agua fría. O mejor, como un balde de cubos de hielo, que no solo lo congelaban sino que lo golpeaban. Si el hecho de saberse engañado era doloroso, el saber que con el otro amante usara el mismo mudus operandi que ...
    ... con él era abrumadoramente humillante. Además ¿quién era ese tipo? ¿Dónde lo había conocido? ¿Cómo se atrevía a ensuciar su nido de amor con su esperma, y cómo era que Ana le hacía esto? Eso era lo que se preguntaba una y otra vez ¿cómo y porqué Ana le hacía esto? En su ofuscación no reparó en el detalle de que el tipo del mensaje estaba agendado como sobri, y de todas maneras su personalidad ingenua no le permitiría desentrañar la obvia verdad. Lo que sí logró descubrir fue la existencia de otros dos amantes, que en los mensajes le agradecían lo agradable que la pasaron, y la felicitaban por lo bien que chupaba la pija. Otra cosa que le impactó mucho, fueron los propios mensajes de Ana, los cuales eran tan vulgares como los que recibía. “A mí también me gustó estar con vos, tenés una linda pija, jaja” le contestaba a uno de sus amantes. “Vení a clases que te voy a enseñar una posición que nunca hiciste” le contestaba a su sobrino. Ana volvió a la habitación y encontró a Facundo con el celular en la mano y con la mejilla bañada en lágrimas. — ¡Puta traidora! —le gritó. Parecía tan furioso que Ana pensó que le iba a pegar, pero sólo se limitó a pasar al lado de ella, con la velocidad de un rayo, esquivándola, como si fuera una leprosa, y salió de su casa, y de su vida, dando un portazo. El chico no la llamó en los siguientes días, cosa que la sorprendió. No sabía que podía ser tan orgulloso. Esto le dolió a Ana, pero se rehusaba a pedirle disculpas. Al fin y al cabo ella no ...
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