1. Ana (9)


    Fecha: 06/01/2018, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... abrir las piernas y la boca para que los tipos desahoguen toda su virilidad en ella, con la esperanza de que pronto se cansen y se vayan. Pero tardaron bastante en cansarse, pasaron un par de horas mientras ultrajaban a esa muñeca inanimada. Eyacularon tantas veces sobre ella, que tendría que bañarse durante una hora para quitarse todo el olor a semen. Cada tanto, alguna embestida la sacudía de tal manera que sus ojos se abrían involuntariamente. Entonces podía ver a Federico que la miraba con cara de asco, totalmente decepcionado. Eso enfureció a Ana ¿Qué no veía que la estaban obligando? Pero no tenía energías ni para hablar, así que se limitó a cerrar los ojos y dejar que pase el tiempo, mientras el rubio del puesto de diario, y el hombre de rasgos aborígenes llamado Alberto seguían metiéndose en ella a través de todos sus orificios. Nunca recordaría el momento en que dejaron de poseerla. Simplemente se despertó en medio de la habitación vacía, recostada sobre su cama de sábanas arrugadas y desordenadas. El intenso olor a sexo todavía persistía en el cuarto, y su propio cuerpo pegajoso atestaba a semen y a sus propios fluidos, aquellos que no pudo evitar derramar. No solo se tuvo que bañar más de una hora hasta convencerse de que ya no olía a la leche de aquellos tipos, sino que tuvo que cambiar las sábanas y limpiar el piso del cuarto con abundante desodorante de ambiente. Y aun así, prefirió dormir en el living, porque, en su cabeza, el olor tardaría mucho más en dejar ...
    ... de sentirse. Odió a Federico como hace mucho no odiaba a nadie. Ni siquiera a su vecino, aquel que solía abusar de ella, había odiado tanto. Porque su vecino siempre le mostró su faceta perversa, y más de una vez ella misma había entrado en el juego. Pero Federico, en cambio, se había comportado siempre correctamente, hasta parecía quererla. Y ahora le salía con esto. Pero se la iba a pagar caro. El imbécil no sabía de qué era capaz, pero ya se enteraría. Le mandó un mensaje “Hijo de puta, me las vas a pagar”. Él le contestó en seguida. “¿De qué hablás?”-. Ana se preguntaba si su ex amante, al fin y al cabo no era un demente. “¿de qué hablo? ¡Yo no quería coger con esos tipos!”, le contestó. Y él a su vez le escribió “¿Ah no? No parecía. ¿Y sabés qué? No quiero saber nada más de vos, no puedo creer que seas tan fácil. Caigo a tu casa con dos tipos que ni conocés, y te los cogés hasta el cansancio. Sos una puta. Ya pedí el traslado, no quiero verte más”. La indignación y la ira de Ana no cabían en su pequeño cuerpo. Gritó muy fuerte y emitió toda clase de insultos. No podía creer tanto descaro. Le iba escribir algo, pero se dio cuenta de que Federico acababa de bloquearla. ¿Cómo fue que todo se dio vuelta? Era ella quien debía haberlo hecho sufrir, y sin embargo, ahí estaba: usada, manoseada, ultrajada, y abandonada. No recordaba haber sufrido tanto. Pero ya se vengaría. Federico no lo sabía, pero en una ocasión, sin que se diera cuenta, hurgó en su celular y copió el teléfono ...
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