1. El Técnico


    Fecha: 10/01/2018, Categorías: BDSM Gays Sexo Duro Autor: AmoSevero2007, Fuente: xHamster

    ... mantenía sentado en el sofá. • Claro – le respondí, acercándome y colocándome entre sus piernas – pero antes deberás quitarme el bañador, yo también quiero estar desnudo. Comprobé que su polla comenzaba a excitarse, tímidamente. Con suavidad, pero decididamente retiró mi bañador dejándolo caer. Deje en el suelo la bolsa, me deshice fácilmente de la prenda y me acerqué un poco más a él. Sus brazos rodearon mi cintura, sus manos apretaron mis glúteos y su mejilla se posó presionando mi pubis. Con una mano le sujeté las muñecas a mi espalda, con la otra le separé la cabeza. La insinuación era clara y la entendió a la primera. Engulló de golpe mi polla y apretó con fuerzas sus brazos. Se atragantó y le dio arcada. • Tranquilo, no seas tan impulsivo, ve despacio. Tenemos mucho tiempo, no hay prisa. Ya con más calma empezó a mamármela con movimientos lentos, rechupeteando mi capullo, relamiendo todo el tronco. Era evidente su inexperiencia, pero desde luego era un mamón innato. En un momento había conseguido ponerme a 100 y desde luego, él, lo estaba disfrutando, o así parecía por el estado en que se veía su verga. Larga, gruesa, crecida y con un capullo como un enorme fresón de Huelva. Tras unos pocos minutos de mamada pensé que lo mejor era ir con calma no era cuestión de correrse nada más empezar. Me separé y me senté junto a él. • Mejor vamos despacio, no quiero correrme tan rápido. ¿Qué tal? • Bien, nunca había chupado una polla. • ¿Te ha gustado? • SIIII, mucho, es tan ...
    ... suave, sabe bien ¿lo he hecho bien? • No ha estado mal del todo, se te nota inexperiencia pero lo has hecho mejor que muchos. Mira lo que hay en la bolsa, son los juguetes. Comenzó sacando el collar de perro, las pinzas “japonesas”, los dildos, el cepillo del pelo. Se entretuvo mirando el cepillo; su cara era un cromo. • ¿Y esto? • Un cepillo, no lo ves. • Ya, pero ¿para qué sirve? • Verás – se lo cogí y empecé a “peinarle” el capullo. Su ronroneo dejaba a las claras que le gustaba. Instintivamente llevó sus manos a los huevos. • Hag, hum, uf. • Tranquilo, retira esas manos. • No puedo evitarlo, se me van solas. Cogí el collar de perro, con cara de sorpresa se dejó hacer. Rebusqué las esposas en la bolsa y lo esposé. • Pon las manos en la nuca para que pueda sujetarlas al collar. Dócilmente las llevó atrás del cuello, sabiendo que de esa manera no podría interponerlas entre el cepillo y su polla. • Si algo te resulta extremadamente desagradable o muy doloroso, avísame y dejo de hacerlo. Asintió con la cabeza. Por mi parte continué “acariciando” su polla con las cerdas del cepillo, por el tronco, por el borde del meato, una vez bien descapullado, por el frenillo. Su rostro era todo un poema de muecas, ninguna de desaprobación, bien al contrario, lo estaba disfrutando. Su polla estaba dura a reventar y las primeras gotas de precum asomaron por la punta. Consideré que era el momento de cambiar. Me acomodé bien en mi sitio, afiancé bien los pies y... • Vas a probar la otra cara del ...
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