Inesperado
Fecha: 12/01/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
En alguna ocasión me dispuse a viajar a otra ciudad para adelantar mis estudios de postgrado y me vi obligado a buscar una casa de familia debido a que no tenía suficiente dinero como para pagar un apartamento para mi solo. Después de mucho indagar, encontré un apartamento pequeño donde habitaban dos mujeres, madre e hija, ellas me ofrecieron uno de los dos cuartos por una módica suma. No dudé ni un instante en tomar el cuarto por tres razones: el bajo costo, la cercanía a la universidad donde estudiaría y la belleza de la hija de doña Virginia, dueña de la casa. Catalina, de aproximadamente 20 años, era una mujer de cabello largo, rubio, una piel canela con apariencia de tersura inigualable, ojos miel, exquisitos labios y rasgos faciales finos. Tenía unos senos firmes y voluminosos que incitaban a posar las manos sobre las estrechas y escotadas blusas de su dueña, una cintura delgada, un trasero igualmente firme y unas piernas hermosas bien contorneadas. Catalina sabía lo que tenía y lo mostraba con sus grandes escotes, sus faldas cortas, sus jeans apretados. Doña Virginia era también una mujer hermosa, joven aún, pero a diferencia de su hija su indumentaria era bastante discreta. La historia que me interesa contar comienza desde el mismo momento en que comencé a vivir con las dos mujeres. Lo primero que diré es que desde el primer día mi relación con la señora Virginia fue muy agradable y eso me haría sentir como en casa de no ser porque con Catalina las cosas no eran lo ...
... mismo: a pesar de que intenté ser lo mas amable y simpático que pude, ella siempre se mostró displicente, antipática conmigo. Su madre siempre le regañaba porque ni siquiera me respondía cuando la saludaba y en cambio me miraba como si le hubiese dicho algo horrible. Yo salía todas las mañanas a eso de las 7, a esa hora la señora ya había salido puesto que ella trabajaba, en un almacén, al otro extremo de la ciudad. Para esa misma hora, Catalina ya se había levantado y era su costumbre realizar aeróbicos en la sala. Como mis clases comenzaban a las 7:15 y de la casa a la universidad me tomaba solo 5 minutos caminando, yo me alistaba un poco antes y desayunaba con mucha calma para tener el suficiente tiempo de observar a la muchacha mientras hacía sus ejercicios, sin embargo en varias ocasiones había descubierto mi entusiasmada mirada y me había devuelto una muy terrible de tal manera que tuve que ser mucho más prudente a la hora del desayuno. La parte más interesante de este relato comienza cuando un muy buen día me fue necesario devolverme puesto que había dejado unos papeles importantes en mi cuarto y viendo que si me apuraba podría llegar a tiempo para la clase, regresé corriendo a casa. Al abrir la puerta noté que Catalina ya no se encontraba en la sala haciendo aeróbicos, imaginé que estaba en su cuarto pero unos segundos mas tarde escuche su voz pronunciar mi nombre, creí entonces que me llamaba para verificar si era yo el que había entrado al apartamento y cuando me ...