1. Mis lindas morochas


    Fecha: 12/01/2018, Categorías: Confesiones Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos

    ... mesura. Cuando su lengua tocó el hueco de mi glande me estremecí de tal forma que casi me caigo de la silla; por lo que permanecí parado en el suelo dispuesto a gozar de la boquita de esa nena atrevida. Se la metió en la boca y gemía rapidito, lamía suave y se ahogaba bastante. En un momento se detuvo para decirme: ¿querés mirarme la bombacha?, y siguió chupándome la pija después de llevar su short hasta sus rodillas. Me insistió para que vuelva a subirme a la silla y le obedecí. Ahí me lamió las bolas, besó mis piernas mientras meneaba mi pene, se lo pasó por las tetas que me quedaban a la altura justa, y luego, regresaba a mamarla como toda una experta, aunque sin espacio en su boca para la longitud de mi carne, con mucha saliva saliéndose de sus mejillas y usando excesivamente sus dientes. Yo hacía equilibrio con mis ojos en su culote rosa, con su colita como dos pompones al aire y en el hueco de sus piernas, donde divisé una conchita pelada y con algunos brillitos, acaso por algo de flujo resultado de su calentura. Me salía de la vaina por olerla. Hasta que se oyeron unas llaves girar en la cerradura de la puerta de entrada. Quise zafarme y la eché. Pero ella no soltaba mi pija y seguía infalible. Por mucho que lo hiciera, en cuanto la despegaba de mí o le intentaba quitar su diversión la turrita me la mordía. Era peor la enfermedad que el remedio. Apenas retumbó en la casa: ¡Sofía, qué hacés con ese tipo putita?!, sentí que se me venía un bobazo, mientras veía ...
    ... enrojecerse el rostro de una chica alta, morocha de rulos, con un jean ajustado, camisa y pañuelo en el cuello, seguro unos años mayor que su hermana. Le dio una cachetada a Sofía, le arregló la ropa y la acompañó a su cuarto entre empujones, jalones de pelo y frases como: ¡sos muy chiquita para putonear así pendeja, sos una trola y de esto mami se va a enterar! Se oyó un portazo, y en medio de esa calma aparente intenté masturbarme para acabar con el dolor de mis huevos. Tenía la baba de esa nena en la pija todavía hinchada, y todo lo que anhelaba era salir corriendo y que se maten entre ellas. Pero apenas la chica sale me interroga mientras tira su camisa al piso. ¿Le pareció bien lo que hizo?, ¡usted es un hombre y mi hermana una niña, así que si no quiere problemas con la justicia me va a tener que contar cómo fue y cómo se la chupó esa pendeja! Me desorientó porque la niña en cuestión ya tenía sus 18 bien puestos, y más cuando se quedó en musculosita sin corpiño, sin quitarle la mirada a mi pija dura, y ahora cada vez más al fotografiarle las tetas y el papo en ese jean hiper apretado. De repente se me acercó y dijo en mi oído tras lamer mi oreja: ¿querés que te la chupe yo rico?, ¡mi hermanita ni se sabe lavar los calzones; no creo que te lo haga mejor que yo!; y se dedicó a pajearme con ambas manos, a darle unos golpesitos con su lengua y contra su cara. Se soltó el pelo, me amasó la pija, y en cuanto la ubicó en el rincón que se genera entre sus tetas y la musculosa se movió ...
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