La madre de mi esposa, nuestra maestra sexual
Fecha: 12/01/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... fácil de lo que pensé: al poco rato ya me encontraba dentro de ella por completo. La sensación fue ligeramente diferente. Mi mujer tenía el culo más angosto, pero no estaba nada mal. Estaba seguro de que ella había practicado sexo anal desde hacía mucho tiempo. Sentía su abundante vello púbico debajo de mi ombligo, a la vez que mi mujer me besaba el cuello. El recto de mi suegra era muy placentero, no quería salir jamás de ese lugar. - Hija, recuerda que se necesita lubricar después de cierto tiempo – recordó mi suegra a mi mujer. Saqué el pene del culo de la madura y mi mujer escupió en él, repitiendo lo que había aprendido de su madre momentos antes. Con su lengua distribuyó la saliva y escupió en el culo de la mujer que le había dado la vida. Volví a entrar con un mejor resultado. La cama hacía ruido de tan fuerte que le metía mi pene a mi suegra. Mi esposa se levantó y colocó sus tetas en mi rostro, mismas que lamí como si no hubiese mañana. Juro que no aguantaba más, estaba en la gloria. Sentía que mi semen saldría en cualquier momento. Sólo tenía que pensar en dónde descargaría mi leche. - Hazlo donde te plazca – dijo mi mujer mientras se tocaba la peluda concha. – Al fin y al cabo que puedo probarlo de ...
... donde la tires. Pensé venirme en el ano de mi suegra, para que ella luego lo expulse. También consideré dejar la leche en sus axilas y que de ahí ellas dos lo laman hasta acabárselo. Pero opté por algo más tranquilo. Saqué mi pene del apretado ano de mi suegra y me masturbé apuntando al triángulo peludo de la señora. Casi de manera instantánea, solté una gran cantidad de semen, que cayó en la cara, senos y, sobre todo, en el velludo monte de venus de la madre de mi esposa. Creí que había terminado el mejor momento de mi vida, cuando mi mujer se acercó a aquella concha peluda y lamió la leche que pudo. Su lengua pasaba en los manchados vellos de su madre, lamiendo de arriba para abajo. Por poco lamía más de la cuenta. - Espero que con esto puedan mejorar su vida sexual – nos dijo la satisfecha madura. - Gracias por los consejos, mamá – respondió mi mujer. – Quizá necesitemos lecciones más a menudo. Por lo pronto, estoy cansada y mañana debemos rasurarnos la vagina para ir a la playa, así que necesitaré de tu ayuda y tú de la mía. Imaginé esa escena con mucho morbo, también me van las depiladas. Las dos se recostaron en mi pecho una de cada lado. Con un beso, les deseé las buenas noches, mismas que yo ya tenía.