Violador a medianoche
Fecha: 16/01/2018,
Categorías:
BDSM
No Consentido
Autor: Lib99, Fuente: CuentoRelatos
... caricia en tu polla? Descargó varias sacudidas contra el miembro y los testículos, hasta que el pene quedó tumbado y flácido sobre su ingle. Mientras, Susana no había cesado de perforarle el culo, excitada por la tortura de la otra agente. Larissa guardó el bastón y sacó de su cinturón la porra. Se aproximó al violador y la situó frente al ano penetrado por el consolador. –Ahora sí, comprobaremos lo hombre que eres. Sin atender a las súplicas del hombre presionó contra el anillo de carne y empujó. En un principio pareció que no iba a entrar, saturado como estaba por el enorme falo, pero finalmente el esfínter cedió, logrando acoger en su interior ambas vergas sintéticas. –¡Joder! – Exclamó Larissa– Lo ha conseguido. ¡Le han entrado las dos pollas! –Sí –replicó Susana–. Este cerdo va a ser muy popular entre rejas. Disfruta, bonito, porque te van a salir muchos novios. Las dos mujeres se lo follaron a conciencia, mientras que él no dejó de gemir, tanto por el dolor como por placer, pues su polla volvió a recuperar dureza hasta alcanzar una nueva erección. Finalmente su cuerpo se tensó y ante las acometidas de las dos policías se corrió, ...
... con una fuerte eyaculación que empapó su polla y su pubis. –Mírale –dijo Larissa–. Es toda una puta. –De acuerdo… –dijo él con un hilo de voz–. No puedo más. Os diré lo que queráis… Las dos mujeres salieron de él y dejaron que su cuerpo se derrumbara en el suelo. Susana se desprendió del arnés y Larissa dejó la porra. Se colocaron de pie sobre el hombre, con las piernas, cada una, a ambos lados de su cabeza, enfrentadas. Susana levantó su falda, soltó el arnés dejándolo caer sobre el suelo y se quitó las bragas. Larissa se abrió la bragueta, bajó el pantalón y la braga. Desde el suelo el violador pudo ver sus coños dilatados, abiertos y húmedos, recibiendo con ansia los dedos que les masturbaban, y pensó que aquella podría ser la última vez que disfrutara de un espectáculo así por mucho tiempo. Excitadas como estaban, ambas mujeres no tardaron en alcanzar el orgasmo, casi al unísono, entrelazando el eco de sus respectivos gemidos. Sendos chorros de líquido vaginal emergieron de sus rajas, empapando el rostro del hombre. –¡Enhorabuena! –Dijo sarcástica Susana– Por primera vez en tu vida podrás decir que has logrado que una mujer se corra.