Estreno anal de mi amiga Esmeralda, de 16 años
Fecha: 20/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: EsteMex, Fuente: SexoSinTabues
... cuarto. Nos sentamos sobre la cama, y de pronto, ella comenzó a reír. -¿Qué tienes, enana? -pregunté. -Nada, nada -contestó, recuperando el aliento-. Me acordé de la primera vez que viniste. -¿La ropa interior en la cama? -Ajá. Qué pena contigo. -No pasa nada -le dije, sonriendo. Entonces no me pude contener-. ¿Era tuya? -De mi hermana. En esos días compartía cuatro con ella. Es una puerca, en todos lados deja su ropa. -Ah, ya decía yo que no podía ser tuya. -¿Y eso por qué? Me decidí a jugármela, aprovechando que ella andaba suelta por el alcohol y de buen humor. -Es que se veía muy chica para ti. -¿Me estás diciendo gorda? -preguntó con voz dramática exagerada. -Eres una ridícula -le dije. -Ya, dime -me dijo, riendo-. ¿Me estás diciendo que estoy muy gorda para esa ropa? -Pues gorda no, pero... tú sabes. -No, no sé. Dime. -Estás muy nalgona. Ni en chiste te queda. -Claro que me queda. -Eso dices tú. -¿Quieres ver que sí? La conversación ya tomaba el rumbo que yo buscaba. -Claro. Como si fueras a robarle ropa interior a tu hermana para ponértela y enseñarme. -¿Me estás retando? Su tono estaba cambiando. Me miraba con malicia, alzando un poco una ceja. -Ajá. Te reto. Sin decir una palabra, se puso de pie y salió del cuarto. No me creía lo que estaba pasando. Me quedé sentado unos minutos, sin saber qué hacer, hasta que se abrió la puerta. Era una vista hermosa. Esme entró descalza, con las calcetas blancas de la escuela que llegaban hasta la mitad de sus pantorrillas, y ...
... con la blusita de tirantes puesta; sus pechitos, dos montes pequeños y firmes, lucían unos pezoncitos oscuros que se notaban a través de la tela. La blusa le llegaba un poco por encima del ombligo, y la pantaleta marcaba la línea de su sexo entre sus perfectas y torneadas piernas. -¿Ves cómo sí me queda? Yo estaba pasmado. Mi verga comenzaba a tomar dureza. Decidí que tenía que verla de espaldas, así que le hice una seña con mi dedo para que se acercara. -A ver. Esto tengo que verlo de cerca. Ella caminó, meneando las caderas discretamente, y se paró frente a mi. Por la diferencia de estaturas, al estar yo sentado y ella parada nuestras cabezas quedaban más o menos al mismo nivel. La tomé de la cintura delicadamente pero con firmeza, sintiendo el calor y la suavidad de su piel en mis manos. Pasé el dorso de mi mano por su vientre, plano y liso, mientras miraba sus pequeños pechos. Ella sólo me miraba, ladeando la cabeza, medio sonriendo. Devolví mis manos a su cintura y la comencé a girar, pero ella se resistió. -Hey, hey. ¿Qué haces? -Ya te dije, enanita. Mirándote de cerca. Sonrió con complicidad y dio la vuelta ella misma. No me podía creer lo que estaba viendo. Su perfecto, grande y hermoso par de nalgas estaba frente a mi, redondito y bien parado, cubierto apenas por la pequeña pantaleta blanca de su hermana. Era como una segunda piel; la apretada pantaleta se metía entre su enorme culo en la parte de abajo. El color blanco le sentaba perfecto a su piel oscura. -Pues me ...