Nunca más
Fecha: 22/01/2018,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... ella. "Estás aquí porque yo te lo he ordenado", respondió una voz masculina. "Yo soy Lanzarote". A continuación la tomó de la mano y ella entró en el piso. Tenía miedo. No conseguía verle bien el rostro a aquel hombre, pero era moreno y bastante más alto que ella. Se dieron dos besos. -¿Quieres un whiskey? Yo me estoy tomando uno. -No, gracias. ¿Estás solo? -Sí, todavía. Pero ya vienen mis amigos. Puedes sentarte en el salón. Ella se sorprendió de que él no encendiera ni una sola luz, pero cuando entró en el salón vio que sobre la mesa había una docena de velas encendidas. No conseguía relajarse ni un ápice. Él retiró uno de los sofás y lo llevó a una esquina de la estancia. "Este es tu lugar", le dijo. A continuación sonó el timbre. Escuchó cómo él abría la puerta y se oían voces de hombre saludándose. Se arrepintió enormemente de estar allí. V) Por la luz de las velas en los rostros, vio que los dos hombres que venían eran jóvenes. Muy jóvenes. Posiblemente no tenían 23 años. Uno, especialmente, era medio rubio y apenas tenía barba. El otro era más cuadrado, de pelo castaño, e igual de joven. Observó que ambos miraban con devoción a Lanzarote. Lanzarote, su amo cibernáutico, a quien no había visto hasta entonces pero con quien compartía más secretos, no era una belleza. Realmente, nunca lo había imaginado como tal. Era moreno, bastante fuerte a primera vista, y con los rasgos muy marcados. Su voz era suave y profunda. Eso le gustó. Para cuando se dio cuenta, los dos recién ...
... llegados terminaban de desnudarse mientras Lanzarote les miraba sentado en un sofá. "No os lo he dicho, pero hoy vamos a tener una observadora", les dijo señalándola. Ninguno hizo preguntas, y sólo el de pelo castaño la miró con cierta atención mientras se quitaba la ropa interior. Todos quedaron callados. Los dos hombres jóvenes, desnudos y de pie, frente al organizador de aquella fiesta, a quien parecían conocer desde hace tiempo. Éste, cómodamente sentado, les miraba directamente a los ojos mientras bebía. Ellos, en cambio, tenían la vista baja. "Acércate", dijo por fin el Amo. Y el rubio dio dos pasos hasta el sofá. La tenue luz de las velas dibujaba su cuerpo desnudo y a ella le pareció hermoso. El silencio volvió a invadirlo todo. "Quiero que me des placer con tu boca". Como un títere, el joven se arrodilló y comenzó a desabrochar la camisa de su amo. Mientras con la mano derecha acariciaba su pecho, ya al descubierto, con la izquierda empezó a abrirle el pantalón despacio, presionando con la palma de la mano cuando terminaba un botón. Lanzarote se recostó mejor, prácticamente tumbado en el sofá. "Muy bien", murmuró cuando el joven introdujo su mano y buscó dentro del calzoncillo su bulto. Ella, a unos tres metros de la operación, se dio cuenta de que nunca había visto un espectáculo parecido y, en cambio, cada vez se sentía menos violenta. Se incorporó un poco para ver cómo el rubio comenzaba a introducirse el aparato de Lanzarote con afición en la boca, cómo comenzó a ...