Nunca más
Fecha: 22/01/2018,
Categorías:
Dominación
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... sacarlo y meterlo a la velocidad de los suspiros de su amo. Desde donde estaba eran los movimientos lo que mejor podía percibir, así como el estatismo del tercero observando la operación. "Basta", gruñó Lanzarote. "Ahora, házselo a él". El joven rubio fue de rodillas hasta donde estaba su compañero y desabrochó sus pantalones. Por la velocidad en que el otro sumiso comenzó a actuar en la boca del rubio quedó claro que la felación anterior le había excitado enormemente. "¿Te gusta?", le preguntó Lanzarote. "Sí, amo, gracias", jadeó mientras empujaba sujetando la cabeza del rubio y moviéndola rítmicamente. "Ya está bien", ordenó el amo. "Ya es hora de que tú también hagas algo, ¿no?" Ella, sentada en el sofá, se planteó si al rubio aquello podría llegar a excitarle. Pensándolo, se dio cuenta de que ella sí lo estaba. Hasta el momento, todo le había parecido más hermoso que sórdido. "A cuatro patas", ordenó Lanzarote. "Tú también, pero detrás de él". El joven de pelo castaño se situó delante cumpliendo lo mandado, el rubio detrás. "Quiero probar esto", comentó el amo todavía vestido pero con su miembro a la vista, totalmente dueño de la situación. "¿Qué os parece?" A continuación les mostró algo que ella no alcanzó a ver. "Os he comprado unos preservativos distintos, os van a encantar". Enseñándoles lo adquirido, el castaño sugirió en voz baja: "eso va a doler". "¿Tienes algún problema?", preguntó en mal tono el organizador. "No, amo", fue toda la respuesta que obtuvo. Ella se ...
... incorporó de nuevo y vio cómo Lanzarote daba uno de los preservativos al rubio y le decía que se lo pusiera, lo que hacía al instante. A continuación acercó su miembro al orificio de su compañero y empezó a introducirlo con evidentes dificultades. La víctima gimió, pero no se retiró ni un milímetro. Ante la complicada entrada del otro, se llevó la mano derecha a la cara. "Vamos, empuja más", insistió Lanzarote. Después de unos minutos eternos, los movimientos de la pareja indicaron que finalmente el joven de pelo castaño había sido penetrado. Ella no supo si aquello le seguía doliendo o si disfrutaba de la acción. Lanzarote se arrodilló entonces poniéndose otro de los preservativos e inició su entrada en el rubio, que no pudo evitar un gemido de dolor, mientras empujaba contra su compañero. Mientras los tres hombres peleaban por llevar sus embestidas a un ritmo y, según le pareció a ella, el placer iba sustituyendo al dolor, la mujer prácticamente sin darse cuenta se había abierto los pantalones y se llevó una mano al húmedo sexo. Ya no le importaba qué hacía allí, ni le hubiera producido pudor acercarse a aquel trío. Comenzó a masturbarse viendo a Lanzarote dominar a aquellos dos jóvenes y gozar de ellos. VI) Cuando regresó a casa se metió en la ducha para ver si su perplejidad desaparecía bajo el agua caliente. Sin embargo, en el sofá se sintió cada vez más desconcertada al meditar su actuación: no sólo no entendía por qué había ido a aquella casa, tampoco entendía qué le ...