Heil mama (Cap. 5)
Fecha: 22/01/2018,
Categorías:
Incesto
Sexo con Maduras
Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos
... tenía de qué preocuparme. Me concentré en Vivian, esa negra madurita y delgada, poniéndola en apenas un minuto en toda clase de situaciones humillantes, desnuda y atemorizada por el macho de raza superior que la obligaba a engullir su blanca polla. Cuando la electricidad del clímax se extendía por mi cuerpo, llegó un fuerte sonido de la cocina. A mi madre se le había caído algo al suelo, seguramente la tapa de una cacerola. Eso provocó que su imagen apareciese en mi mente en el peor momento, pues me estaba corriendo y ya no había marcha atrás. Descargué pensando en sus piernas, su culo, sus grandes pechos, su dulce rostro... Toda una sucesión de imágenes suyas, reales e imaginadas, culminaron un orgasmo brutal que casi me hace caerme del sofá. Una hora después nos sentamos a comer. Por supuesto, me había cambiado el pijama manchado de semen. Mi tía Merche se había levantado por fin y también estaba sentada a la mesa, descansada y radiante (no era para menos, después del meneo que le habían pegado la noche anterior). Su actitud hacia mí era normal. Solo me miraba de vez en cuando con una leve sonrisa y los ojos brillantes, como si compartiésemos un chiste privado que no podíamos contar en voz alta. Yo comí en silencio, lidiando con la culpa después de la accidentada paja en el sofá. Ellas charlaban sin parar, comentando su escapada al centro. No escuché nada preocupante. Como ya sabía, mi madre se había cansado del ambiente nocturno y había vuelto pronto a casa. —¿A qué hora ...
... volviste tú? —preguntó. —Uf, muy tarde. Cuando te fuiste Julia nos llevó a una discoteca nueva que han abierto en un polígono, y estuvimos bailando hasta las tantas. Hasta tengo agujetas de tanto mover las caderas —dijo mi tía. Aprovechando que mi madre miraba hacia su plato, me guiñó un ojo. Desde luego que había movido las caderas, pero no bailando precisamente. Me vino a la cabeza el momento en el que había cabalgado sobre la polla de Román como una loca, moviendo las susodichas caderas a una velocidad increíble mientras Fonso y Chechu se turnaban para meterle el rabo en la boca. Le di una patada por debajo de la mesa. No es que no se avergonzase de lo ocurrido en la furgoneta, la muy zorra estaba orgullosa. Me devolvió la patada y continuó comiendo y hablando con su hermana como si nada. Después de comer nos sentamos a ver la tele. Yo en un sillón, mamá en el sofá y Merche en otro sillón, de lado y con sus largas piernas cruzadas encima del reposabrazos. Después de haberla visto totalmente desnuda, su corto pijama de verano ya no me impresionaba tanto. Pusimos una película, uno de esos dramones que tanto le gustaban a mi madre, quien como de costumbre se quedó dormida a los diez minutos. Estaba tumbada en el sofá, de costado, con las piernas flexionadas y la cara apoyada en las manos. Creo que lo llaman “posición fetal”, pero eso suena muy poco sexy y no le haría justicia a la escena. El vestido, túnica, blusón o lo que coño fuese aquella prenda se le había subido debido a ...