1. Heil mama (Cap. 5)


    Fecha: 22/01/2018, Categorías: Incesto Sexo con Maduras Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... la postura y desde mi posición casi podía ver dónde terminaban sus muslos y comenzaban las nalgas. Bajo su brazo doblado, la colorida tela no podía disimular el volumen de los pechos, apretados uno contra el otro. Dejé de mirarla de inmediato, pues mi tía estaba allí, al otro lado de la mesa baja que había frente al sofá, medio despatarrada en su sillón. Cuando estuve seguro de que mi madre dormía profundamente, le hice un gesto con la cabeza señalando al pasillo. Ella negó con la cabeza, muy seria, y señalo a su hermana dormida. Eso me cabreó. Tenía que hablar con ella a solas, y ese era el mejor momento. No me atrevía ni siquiera a susurrar, así que respiré hondo y esperé, fingiendo que veía la película. Me hice el dormido, y al cabo de media hora escuché crujir el sillón de mi tía y el sonido de sus pies descalzos por el suelo. Iba al cuarto de baño. Cuando salió pegó un respingo al encontrarse conmigo en el pasillo. —¡Joder, Paquito! Qué susto. —Ssshh, baja la voz. Ven aquí. La agarré por un brazo, la llevé a mi habitación y cerré la puerta con cuidado. En el salón solo se escuchaba el murmullo del televisor y la profunda respiración de mi madre. Merche se zafó de mi presa, cruzó los brazos y me miró, con los ojos entornados y su sonrisa sarcástica. —Para el carro, semental. No vamos a hacer nada con tu madre en casa, ¿te queda claro? —dijo mi tía, bajando mucho la voz. —Solo quiero hablar —dije yo, taladrándola con mis “ojos de loco”. —Ni siquiera deberíamos hablar del ...
    ... tema. Si nos escucha le da un ataque. —Precisamente es de mi madre de lo que quiero hablar. No me gusta un pelo lo que le estás haciendo. —¿Lo que le estoy haciendo? ¿Pero de qué hablas? —No te hagas la tonta. Todo ese rollo de la ropa, el maquillaje, llevártela de copas... Estás intentando cambiarla, y eso no me gusta. Merche soltó un amago de carcajada, echando la cabeza hacia atrás. Negó con la cabeza y se sentó en mi cama, con las piernas cruzadas y las manos apoyadas en el colchón. —¡Ay, Paco, Paco! ¿Crees que soy una mala influencia? ¿Qué se va a volver tan zorra como yo solo por ponerse guapa y salir a tomar el aire? —Yo no he dicho eso. —Mira, cielo... —dijo ella. Rebajó el tono sarcástico y habló mirándome a los ojos —. Tu madre se quedó viuda a los 29 años, y no ha estado con un hombre desde entonces. Si no espabila un poco se va a convertir en una vieja amargada, y supongo que tú tampoco quieres que eso pase. No intento que sea como yo, y si lo intentase no lo conseguiría porque somos muy diferentes. Solo intento que sea feliz y no se pase la vida limpiando, cocinando y rezando. Me senté en la cama, junto a mi tía, mientras asimilaba su parrafada. Tenía razón, desde luego. Ocho años sola es mucho tiempo para una mujer tan joven. Pero no me iba a convencer tan fácilmente. —¿Y qué me dices de esa lencería negra? —pregunté. —¿Ese conjunto? ¡Ja, ja! Se lo regalé el día que me mudé aquí, medio en broma. La verdad es que me sorprendió que se lo probase. —¿Se lo probó... ...
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