1. Heil mama (Cap. 5)


    Fecha: 22/01/2018, Categorías: Incesto Sexo con Maduras Autor: DocJoliday, Fuente: CuentoRelatos

    ... delante de ti? —dije. Noté como la sangre me subía a las mejillas. No mucha, porque la mayoría ya iba rumbo a mi entrepierna. —Pues sí, ¿qué pasa? Somos hermanas —dijo mi tía. Se quedó mirándome un momento y fue como si me leyese el pensamiento —. ¡Eh, no pienses cosas raras, degenerado! —No he pensado nada raro —mentí, con la boca seca. —Ya, seguro. Y por cierto... ¿cómo has visto tu ese conjunto? ¿Es que hurgas en el cajón de sus bragas, Paquito? —preguntó, en un tono tan burlón y malicioso que casi le doy una hostia. —¿Qué dices? Fui a su baño a mear y lo vi colgado en la ducha. —Vale, hombre. No te enfades, que era broma. —Pues no me gustan esas bromas. Y tú no deberías regalarle ese tipo de cosas. Merche suspiró y miró al techo un momento. Llevaba su melena oscura y ondulada recogida en una sencilla coleta, y la ausencia de maquillaje acentuaba sus poderosos rasgos, la boca ancha, la nariz aguileña, los pómulos marcados y la mirada penetrante de sus ojos marrones. Como ya dije no era una belleza, pero resultaba muy atractiva, sobre todo teniendo en cuenta que esa cara iba unida a un cuerpo magnífico. Cuando giró la cabeza para mirarme, su expresión era más amable, casi tierna. —Mira, vamos a hacer un trato. Yo no le compro a tu madre lencería, ni me la llevo de juerga con mis amigas, pero tú tienes que pasar más tiempo con ella. No estaría tan triste si le hicieras más caso, en vez de estar siempre por ahí con los nazis descerebrados de tus amigos. —Vale, trato ...
    ... hecho. Pero oye... ¿Nazis descerebrados? Anoche me dio la impresión de que te lo pasabas muy bien con nosotros, tita —dije, y esta vez fui yo el sarcástico. —Cielo, para follar bien no hace falta mucho cerebro. Nos reímos un poco y Merche me dio una palmada en la pierna, dando por terminada la conversación, e intentó levantarse de la cama. Se lo impedí sujetándola por el brazo. —Oye, tita, ¿te has lavado bien los dientes? —Pues claro, ¿a qué viene esa pregunta? —Viene a que ayer se corrieron dentro de tu boca, y me quedé con las ganas de hacer esto... La agarré por la cintura, la atraje hacia mi cuerpo y le metí la lengua en la boca, deprisa y con fuerza. Ella respondió durante unos segundos, pero no tardó en poner las manos en mi pecho y apartarme a empujones. —Te he dicho que aquí no. ¿Y si nos pilla tu madre? —dijo, mirando hacia la puerta cerrada. —Estará dormida por lo menos una hora. Además, ella siempre llama antes de entrar —le susurré al oído, antes de besar una y otra vez su largo cuello, haciéndole cosquillas con el aire que salía por mi nariz. —Para... Joder... No sigas... —suplicó. Aunque separó los muslos para que mis dedos pudiesen maniobrar en su entrepierna y su respiración se aceleraba sin remedio. Noté los pequeños rizos en su pubis y la suavidad de su coño depilado. ¿Es que nunca se ponía bragas? Mi dedo índice entró entero en la caliente cavidad y no tardé mucho en sentirlo húmedo. Nuestras lenguas se pelearon de nuevo, dentro y fuera de nuestras bocas. Le ...
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