Mi primer todo
Fecha: 24/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: evamaniac, Fuente: RelatosEróticos
... sacudir mis oídos. Y claro, el Sergio de los cojones, que es como se llamaba el coñazo este, seguía mis pasos como si ya fuéramos amigos. Dios, qué suplicio, recuerdo que pensé mientras sonreía forzadamente sus soplapolleces. Pensé que una solución temporal sería adentrarme en el lavabo de mujeres, donde él tenía el acceso prohibido. A no ser que fuera un tío con sorpresa, claro. Pero no lo era, afortunadamente, porque me siguió justo hasta la puerta y ahí permaneció. Diez minutos de tranquilidad abrigaban una meada que intenté alargar tanto como pude pero, a la vez, era consciente de que el autocar no iba a esperar por mí y salí rápidamente. Sergio seguía en el descansillo común, esperando a su amiga de toda la vida, y la mayoría de pasajeros todavía compraban chucherías o consumían en las mesas. Agarré al plasta por la manga hacia dentro, y con toda la mala uva que me salió en ese momento, lo empujé en total silencio hacia el interior de uno de los habitáculos, cerré la puerta con el pestillo y me lo quedé mirando a los ojos, a 10 centímetros de su propia mirada. -�Ahora vas a hacer lo que yo te diga y vas a estar calladito. Si lo has entendido di sí�, le susurré con voz de mando militar. -�¡Pero qué pas...!� -�He dicho que cierres la puta boca y que hables cuando yo te diga, ¿lo pillas? Sí o no.� -�Sss...� -�Mete tus sucias manos debajo de mi falda y bájame las bragas, capullo�, le ordené. El chaval empezaba a temblar, no sabía si de miedo o de pura excitación. Obedeció y ...
... dejó el coño a la intemperie debajo de mi ropa, le desabroché el cinturón y los botones de la bragueta a toda prisa, mientras fijaba mi miraba en él con cara de castigadora. Le saqué la polla aún medio morcillona para iniciar una paja cadenciosa que enseguida dio sus frutos. Sus muecas de gusto eran ya evidentes y, con absoluto sigilo, volví a dirigirme a él al oído: -�Ahora me vas a dar la vuelta por la cintura, yo te regalaré mi grupa, colocarás delicadamente la tela de mi falda sobre la espalda, y me vas a follar el coño a toda hostia, ¿vale?�, le ordené con estilo de punición. -�Sss...� El muy imbécil comenzó a tantear con su glande mis dos agujeros sin mostrar la más mínima habilidad para seleccionar uno de ellos. Le recordé en forma lacónica que cumpliera de una vez con las putas órdenes que se le habían asignado, pero acabé agarrando su miembro yo misma para situarlo justo donde debía perforar. Cuando sentí que se hallaba a las puertas realicé un movimiento brusco hacia atrás y la verga encajó a la perfección, de un solo golpe, en mis entrañas, acompañando ese envite con sendos gruñidos de placer sobrepuestos, uno más grave y otro más agudo. Creo que el grave fue el mío. Sergio no parecía tener muy clara la situación en la que le había metido, sus movimientos eran irregulares y torpes, y yo ya estaba lo suficientemente mojada y cachonda para recibir una buena follada. Empujaba mi trasero hacia atrás con la esperanza de jalear los ánimos del soldado raso, pero al final ...