Mi particular noche de bodas
Fecha: 29/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... comiera el cuello, me abandoné a merced de la emoción, hasta que una avalancha de sensaciones conocidas se abatieron sobre mí hasta arrancarme un delicioso orgasmo. Aunque yo soy de las de mucho gritar en tales ocasiones, las circunstancias me obligaron a reprimirme, aunque no puede evitar el lanzar un gemido ahogado en el momento en que me corrí por primera vez en manos de Eduardo. Me eché sobre él, colgandome de su cuello, y apoyando la cabeza sobre su hombro, mientras recuperaba poco a poco la respiración. Eduardo me abrazaba con gentileza. Una vez recuperada, me quedé mirándole, y le fui propinando, agradecida, un monton de besitos por toda su cara. Me dedicó una sonrisa, y con un movimiento de cabeza me preguntó que si nos íbamos. Le asentí y me pasé por el servicio, donde me arreglé un poco el traje y me adecenté como pude, antes de ir a despedirnos de los novios. Cuando le dije a Beatriz que me iba, me guiñó un ojo, y me preguntó que si me iba con Eduardo. Le dije que sí, y me dedicó una sonrisa; "suerte", me dijo. Le di dos besos, me despedí de Miguel, y nos fuimos Eduardo y yo agarrados de la mano. No ví a Eva, aunque también noté la falta de otra gente, y no pude menos que pensar que posiblemente Eva también tendría su particular "noche de bodas" aquel día. Nos dirigimos a su coche, no sin antes haber parado al menos tres o cuatro veces a besarnos con frenesí y a restregar nuestros cuerpos con deseo. Una vez en el coche, me acerqué a Eduardo, y mientras plantaba ...
... la mano sobre su paquete, le susurré al oído: -- Me he quitado un estorbo, cariño. Saqué mis braguitas del bolso y las agité mientras le sonreía con picardía. Eduardo no respondió, se limitó a echarse sobre mí, y en un movimiento perfectamente sincronizado me metió la lengua en la boca y la mano entre las piernas. Abrí la boca para recibir su lengua y separé las piernas permitiendo un mejor acceso a mi sexo, que de nuevo respondía por sí mismo, humedeciéndose y engordando por su cuenta. Uno de sus dedos comenzó a explorarme, recorriendo mis labios vaginales de arriba a abajo, hasta conseguir introducirse dentro de mí. Una nueva oleada de placer me recorrió desde la punta de mis pies a mi cabeza, al tiempo que mi cabeza se abandonaba hacia atrás y mi cuerpo se concentraba únicamente en la obtención del placer que me subía de abajo a arriba. Eduardo sacó entonces su dedo de mí para ir desabrochando los botones de mi blusa y dejar mis tetas a su merced. Tenía los senos inflados por la excitación, la piel de gallina y los pezones nuevamente enhiestos. Sus manos se dedicaron a amasar mis tetas, mientras sus labios colmaban de besos mi cuello y hombros antes de descender por mi piel y trasladar los besos al mis mamas, otorgando un homenaje especial a mis pezones, en torno a los que aplicó con codicia su boca, provocandome un gusto extraordinario. No me pude contener, y casi involuntariamente fui deslizando una mano entre mis piernas y en busca del viejo y conocido placer de la ...