Mi particular noche de bodas
Fecha: 29/01/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... masturbación, mientras que Eduardo se daba un atracón a costa de mis redonditas tetas y mis duros pezones. Me introduje un dedo, y después un segundo se coló en mi interior. Cogiendo a Eduardo por la nuca, lo apreté contra mis senos a punto de estallar, y aumenté la velocidad de mi masturbación, al tiempo que doblaba la espalda y apretaba el culo para intensificar las sensaciones de mi segundo orgasmo, que me recorrió como una corriente eléctrica, que me hizo chillar y gemir sin pudor en medio del éxtasis que me invadía. Estaba feliz. Aún no habíamos salido del aparcamiento y ya había conseguido correrme dos veces. -- Vas a pensar que estoy desesperada--, le dije, --o que soy una ninfómana--. --Nada de eso, mi niña--, me respondió, --sólo veo a una hermosa mujer disfrutando de sí misma y de la situación--. Era un auténtico caballero, y le pedí que me llevase a su casa. En la media hora que duró el camino, no cesé de besarle, de decirle oscenidades al oído y de sobarle el paquete a discrección por fuera y por dentro de los pantalones. Eduardo vivía en un precioso ático del centro de Madrid, con una enorme terraza con vistas sobre el Palacio Real. Lo tenía decorado con gusto exquisito, y el salón estaba presidido por un inmenso sofá de diseño moderno. Me contó que el piso lo había heredado de su abuelo, y que vivía solo en él desde hacía un par de años. Mientras subíamos en el ascensor no dejamos de besarnos y de meternos mano. A esas alturas yo ya estaba medio desnuda, sin ...
... bragas, mi blusa medio desabrochada apenas tapaba ya mis pechos, y llevaba las sandalias en la mano. Por su parte, Eduardo aún estaba vestido de boda, con el traje bien colocado y la corbata aún en su sitio. Al entrar en el piso, nos dirigimos al salón, donde Eduardo se quitó la chaqueta, se sirvió una copa (yo no quería), y se sentó en el sofá. Se dió una palmada en la pierna, invitándome a sentarme sobre él. Me senté a horcajadas sobre él, levantándome la falda, de tal modo que mi trasero quedaba directamente apoyado sobre sus piernas, al tiempo que mi sexo quedó acomodado sobre el suyo. Comencé a besarle de nuevo, mientras le quitaba la corbata y le iba desabrochándo la camisa. Él me sacó la blusa, dejándome desnuda de cintura hacia arriba, y yo me incorporé ligeramente para ponerle las tetas a la altura de su cara. Me quité la flor que me recogía el pelo, quedando suelta mi melena. Eduardo se concentró de nuevo en mi pecho, barriendo en canalillo con su nariz, antes de comenzar a propinarme besos en mis excitados senos. Me agarró las tetas con ambas manos, y estrujándolas ligeramente, se dedicó a chuparme y mordisquearme los pezones con verdadera dedicación. Me estaba poniendo otra vez a mil por hora, y en lo que él se deleitaba con mi pecho, yo comencé a mover mis caderas en vaivén, de tal modo que iba frotando mi húmeda rajita contra la tela de sus pantalones. Mi respiración se iba entrecortando, en lo que mi calentura aumentaba por el ardiente contacto de nuestros sexos. ...