Deseo anónimo: Primera parte
Fecha: 03/02/2018,
Categorías:
Hetero
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... beso eterno, donde nuestras lenguas luchaban y bailaban al son de la pasión y del deseo del uno por el otro. La mano que tenías en mi mejilla terminó en mi nuca, jugando con mi pelo, ejerciendo presión hacía ti, en señal de que no querías que me separara ni un solo milímetro. La mano que tenías sobre mi muslo, hacía ya rato que iba ascendiendo, lenta pero firmemente, por su cara interna, dibujando circulitos sobre mi piel con la yema de tus dedos provocándome unas cosquillas, que lejos de no gustarme (puesto que las cosquillas nunca me gustaron), me parecieron de lo más placenteras. Siguieron subiendo, arrastrando la falda con ellas, hasta toparse con mi ropa interior. Recorriste toda mi rajita por encima de la tela, desde los labios inferiores hasta los superiores, notando la humedad y el calor que desprendía, al llegar a la goma del culot negro que llevaba. Al advertir tus manos sobre mi sexo, me hizo liberar un pequeño gemido que fue casi imperceptible pues quedó ahogado en tus labios. Entre la excitación y el largo y profundo beso, nos costaba respirar, aun así seguimos besándonos unos minutos más. Minutos en lo que aprovechaste para levantar la goma de mi ropa interior e introducir tu mano bajo ella. Bajó delicadamente por la piel suave de mi monte de Venus hasta llegar a mis labios superiores. Volviste a recorrer mi sexo de la misma forma que antes, pero esta vez no había tela alguna que se interpusiera entre tu piel y la mía. La sensación del contacto piel contra ...
... piel, me estremeció y otro gemido, esta vez algo más fuerte que el anterior, salió de mi garganta, pero el beso lo volvió ahogar. Tu mano deshizo lo andado, acariciando mis labios inferiores y superiores hasta llegar a mi clítoris, donde únicamente se apoyó. En ese momento tus labios se separaron de los míos y me miraste de nuevo a los ojos, la mano que mantenías jugando con mi pelo descendió hasta tu entrepierna y apartó la mano que jugaba con tu, ya más que notable, erección y la condujo hasta tu otra mano que descansaba sobre mi botón del placer y al entrelazar nuestros dedos empezaste a estimularme el clítoris con movimientos lentos. Al mírame descubriste como mi otra mano apretaba con desesperación, sobre la tela, uno de mis pechos. Sabía que eso te encendía, que el ver a una mujer disfrutando de su cuerpo te volvía loco. Te mordiste el labio inferior, te abalanzaste sobre mi boca, devorándome salvajemente, atrapando mi labio inferior con tus dientes, una y otra vez, mientras tu mano acompañó a la mía acariciando mi otro pecho y el ritmo que llevaban nuestras manos sobre mi sexo aumentó. Tu boca fue bajando por la línea de mi mandíbula hasta mi cuello, me besabas, me lamias, me mordías y eso me encendía más y más. Intentaba ahogar mis gemidos por el sitio en el que nos encontrábamos, pero me costaba y tus disfrutabas de ello. Tu lengua llegó a mi lóbulo y jugó con él, lo besó, lo mordió y lo volvió a morder con más fuerza y me susurraste. - "Eres superior a mis fuerzas" Gemí ...