1. Jorge el curioso


    Fecha: 05/02/2018, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues

    Llegamos al apartamento y apenas pasamos la puerta Jorge con fuerza me puso de espaldas contra la pared inmovilizandome y mientras me comía el cuello y mordía mi oreja me repellaba, haciéndome sentir lo duro de su erección mientras yo con gemidos y hablándole sexy le hacía saber lo macho que era. A mis 35 años realmente no me podía quejar de la vida. Gracias al esfuerzo y sacrificio, había logrado sacado un título en ingeniería industrial y ahora ganaba unos $3500 al mes en una empresa transnacional haciendo un trabajo relativamente fácil. Gracias a que era prácticamente mi propio jefe, tenía el horario flexible y me daba tiempo de todos los días dedicarle al menos 2 horas al ejercicio físico, por lo que gozaba de un gran físico. Estaba pagando un apartamento y tenía un leasing con el carro de mis sueños. Sin embargo, a pesar de toda esta abundancia material, me sentía solo, me hacía falta una pareja con quien compartir y que me hiciera compañía. Desde chico sabía muy bien que lo mío eran los hombres, a pesar de encontrar a las mujeres guapas y hermosas, como obras de arte, sexualmente no me excitaban y había tomado la decisión de que no engañaría jamás a una chica haciéndole creer que yo era alguien con el cual tenían oportunidad. Debido a mi trabajo, físico y dinero a cada rato y por todo lado me salían mujeres que querían conmigo, pero siempre encontraba alguna excusa para quitármelas de encima sin que tuvieran sospecha de que era gay. Durante toda mi vida había tenido ...
    ... varias parejas, chicos con los cuales había intentado crear un lazo, una conexión y tener un futuro juntos; sin embargo nunca había logrado tener éxito, lo más que había durado con un novio había sido 6 meses y yo me culpaba a mí mismo. El problema mío era que desde el momento en que sabía que un chico era gay, inmediatamente su atractivo disminuía. Tal vez se debía a la cultura machista y homofóbica en la que había sido criado, deseaba para mí un hombre, un macho, un varón que me protegiera, que cumpliera su rol masculino en mi vida y lo más importante, que me amara. Sabiendo que mis gustos eran casi imposibles de complacer, me hice a la idea de que iba a estar solo por siempre y me empecé a acostumbrar a la triste idea de que ese sería mi destino. A pesar de esto, yo nunca perdía oportunidad de echarme cada vez que podía y cuando valía la pena, un taco de ojo. Mi favorito, el macho que desde hacía 6 meses era el protagonista de mis pajas se llamaba Jorge y trabajaba en el departamento de mantenimiento en la empresa. Era un toro de unos 27 años, medía como 1. 80 metros y pesaba unos 90 kilos. Era de tez morena, con el cabello al rape, labios y cejas gruesas y facciones de macho, con la mandíbula cuadrada, nariz ancha y dos camanances que le daban una pizca de alegría y confianza a ese rostro de piel perfecta. Tenía el cuello corto y unos hombros y espalda anchos. Sus brazos eran enormes, gracias a la labor física que implicaba el trabajo de cada día, sus muslos y pantorrillas ...
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